“La Juan Pablo” presume descarada impunidad

El accidente del tiktoker oficialista Juan Pablo Mexicano Aguilar expone el doble rasero del régimen sandinista: mientras la Policía castiga con severidad a los ciudadanos comunes, los cercanos al poder quedan impunes.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

DaríoMedios Internacional

11/4/20251 min read

El discurso de “mano dura” que repite a diario Rosario Murillo se desmorona ante la impunidad de los suyos. El más reciente ejemplo es el del tiktoker oficialista Juan Pablo Mexicano Aguilar, conocido como “La Juan Pablo” o “La Reyna de Nicaragua”, quien protagonizó un aparatoso accidente de tránsito el pasado fin de semana en Managua sin enfrentar consecuencia alguna.

Según reportes de medios locales, el creador de contenido estrelló su camioneta contra las barandas metálicas del paso a desnivel de la Colonia Centroamérica. Testigos aseguraron que conducía bajo los efectos del alcohol. Sin embargo, pese a que medios oficialistas informaron inicialmente sobre su detención, el propio tiktoker se encargó de desmentirlo en un video publicado desde el Hospital Fernando Vélez Paiz, donde fue atendido tras el percance.

En tono burlón, afirmó que se encontraba bien y que estaba en el hospital “porque le harían una liposucción”, restando seriedad al hecho y evidenciando su falta de responsabilidad.

Indignación por el doble rasero

La publicación provocó una ola de indignación entre usuarios en redes sociales, quienes denunciaron el trato preferencial hacia figuras vinculadas al régimen Ortega-Murillo. Mientras centenares de nicaragüenses son multados, encarcelados o humillados por infracciones menores, los “influencers” oficialistas parecen gozar de total impunidad.

Incluso Radio Ya, medio progubernamental, confirmó que en el vehículo accidentado se hallaron envases de bebidas alcohólicas. Sin embargo, hasta el momento no se ha iniciado ninguna investigación formal ni se ha informado de sanción alguna.

Silencio cómplice

El caso vuelve a poner en evidencia la impunidad que prevalece en el entorno de poder sandinista, donde las leyes no se aplican con igualdad. Mientras Murillo utiliza su retórica moralista para justificar detenciones arbitrarias, la realidad demuestra que la “mano dura” solo alcanza a los opositores y a los ciudadanos comunes, nunca a los fieles del régimen.