Estudiantes nicaragüenses exiliados retoman sus sueños en Costa Rica

Este programa Ridhe nació en 2022 con un objetivo claro, restituir el derecho a la educación de las personas nicaragüenses exiliadas, muchas de las cuales huyeron tras el cierre arbitrario de universidades y la criminalización del pensamiento crítico. La organización estima que al menos 20,000 estudiantes fueron forzados a abandonar su formación por la represión, y desde su sede en San José ha logrado ofrecer becas y acompañamiento integral a más de 300 jóvenes.

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Darío Medios

7/16/20253 min read

El exilio forzado no detuvo a Katherine Ramírez. Esta joven originaria de Estelí, Nicaragua, está por culminar su carrera universitaria en Relaciones Internacionales en Costa Rica, luego de haber sido obligada a abandonar sus estudios dos veces en su país debido a la represión del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Como ella, cientos de jóvenes nicaragüenses desplazados han podido retomar su formación profesional gracias al Programa de Educación en Emergencia impulsado por la Red Internacional de Derechos Humanos Europa Ridhe.

Este programa Ridhe nació en 2022 con un objetivo claro, restituir el derecho a la educación de las personas nicaragüenses exiliadas, muchas de las cuales huyeron tras el cierre arbitrario de universidades y la criminalización del pensamiento crítico. La organización estima que al menos 20,000 estudiantes fueron forzados a abandonar su formación por la represión, y desde su sede en San José ha logrado ofrecer becas y acompañamiento integral a más de 300 jóvenes.

El apoyo de Ridhe no se limita a cubrir los costos académicos. También proporciona asesoría legal, apoyo psicosocial y acompañamiento pedagógico, elementos cruciales para personas que, como Ramírez, llegaron a Costa Rica sin documentos válidos, con expedientes académicos borrados por el régimen o enfrentando obstáculos burocráticos en instituciones educativas que no comprenden la realidad nicaragüense. “Estudiar aquí fue difícil, costoso, y lleno de trabas. Pero el acompañamiento del programa me ayudó a seguir”, relata la joven, quien también enfrenta actitudes xenofóbicas en el entorno universitario.

Reconstruir la vida desde el aula

Douglas Peña, otro beneficiario del programa, llegó a Costa Rica en 2019 luego de ser amenazado por simpatizantes del régimen. Aunque logró graduarse de secundaria, las barreras para acceder a la universidad pública y su estatus de solicitante de refugio le cerraron muchas puertas. Gracias a una beca de Ridhe, ahora estudia Psicología en una universidad privada. "Sin el apoyo de Ridhe, no estaría aquí", afirma.

Según Marta Castillo, coordinadora del programa en Costa Rica, las dificultades han sido muchas, desde la falta de documentos oficiales hasta la discriminación. Sin embargo, han encontrado cierta apertura en instituciones privadas para convalidar estudios o flexibilizar requisitos. “Con las universidades públicas ha sido más difícil, y varios estudiantes han tenido que empezar desde cero”, explica.

Una respuesta estructural a una crisis profunda

El trabajo de Ridhe se vuelve aún más relevante en un contexto donde la migración forzada aumenta, pero la respuesta institucional sigue siendo débil. “Muchos migrantes enfrentan discriminación, violencia, explotación y olvido”, advierte Elektra Lagos, directora de Ridhe desde Bruselas. La situación se agrava, según explica, por los recortes de fondos internacionales como los provenientes de USAID, que han obligado a otras organizaciones a cerrar programas esenciales.

No obstante, Ridhe sigue ampliando su alcance. Este 2024, la organización lanzó una nueva línea de apoyo para mujeres refugiadas, otorgando becas de formación técnica en áreas como panadería, costura o manipulación de alimentos. Marlene González, madre de dos hijos y originaria de Muelle de los Bueyes, es una de las 200 mujeres que ya se han beneficiado. "Siempre quise estudiar alta costura, pero no tenía cómo", dice.

Educación como dignidad y resistencia

El Programa de Educación en Emergencia de Ridhe no solo facilita el acceso al conocimiento, sino que reconoce la educación como un derecho y un acto de resistencia ante una dictadura que ha criminalizado el pensamiento y una sociedad que aún excluye a quienes buscan refugio. “Aquí todavía existe la idea de que los nicaragüenses solo vienen a limpiar casas o a trabajar en construcción”, denuncia Ramírez. Obtener su título, dice, es su forma de desafiar ambos sistemas de opresión.

Mientras las políticas públicas en Centroamérica siguen siendo insuficientes para proteger a las personas desplazadas, iniciativas como la de Ridhe marcan la diferencia. Son un salvavidas para cientos de jóvenes que, pese al exilio y la adversidad, no renuncian a sus sueños ni a su derecho a una vida digna.