Enrique Armas: de “voz del boxeo” al bufón de la alcaldía sandinista

La figura de Enrique Armas, actual vicealcalde de Managua, es la crónica de dos actos muy distintos. En el primero, se erige como una voz inconfundible y apasionada que marcó la historia del boxeo nicaragüense; en el segundo, se convierte en un personaje político subordinado y complaciente, señalado por críticos como un “bufón” al servicio del régimen sandinista.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

9/8/20252 min read

La figura de Enrique Armas, actual vicealcalde de Managua, es la crónica de dos actos muy distintos. En el primero, se erige como una voz inconfundible y apasionada que marcó la historia del boxeo nicaragüense; en el segundo, se convierte en un personaje político subordinado y complaciente, señalado por críticos como un “bufón” al servicio del régimen sandinista.

Desde la década de 1970, Armas construyó su nombre en los medios de comunicación, colaborando con periódicos como el desaparecido Nuevo Diario y La Barricada, además de incursionar en radio y televisión. Su popularidad alcanzó el punto máximo narrando peleas de boxeo, un terreno en el que se ganó respeto y reconocimiento.

Sin embargo, la fama que cosechó en el cuadrilátero se fue apagando con los años. Lejos de consolidar su legado deportivo, Enrique Armas apostó por la política, siempre con un perfil subordinado al poder. Evitó el servicio militar durante los años de guerra, aunque mantuvo vínculos con el Ejército, una muestra temprana de su habilidad para adaptarse a los tiempos y proteger su posición personal.

La transición al cargo político

A partir de los 2000, inició su carrera en la política municipal como concejal y secretario del Concejo. En 2013 fue elegido vicealcalde, puesto en el que se mantiene desde hace 12 años, atornillado a tres periodos consecutivos.

Aunque ha promovido programas deportivos y ligas barriales, analistas como el politólogo Silvio Prado lo han descrito como un “bufón” sin poder real de decisión, reducido a aplaudir y posar en actos protocolarios, mientras el verdadero control de la Alcaldía lo ejerce Fidel Moreno, secretario general de la institución.

Periodistas que lo conocieron de cerca coinciden en que Armas se ha convertido en un adulador del régimen, un rostro decorativo que sonríe y aplaude en las tarimas oficialistas. Su momento más recordado ocurrió en la inauguración del polideportivo Alexis Argüello, cuando Daniel Ortega lo tocó en el hombro y él, visiblemente emocionado, reaccionó con un gesto servil que quedó marcado como la imagen de su sometimiento político.

El adulador oficialista

En sus discursos, Armas promueve una visión absurda de desarrollo, celebrando la apertura de restaurantes o actividades deportivas, mientras guarda silencio absoluto sobre temas de fondo, como la persecución y el exilio de periodistas, colegas suyos en el pasado, o la represión política que desangró al país desde 2018.

Lejos de ser la figura respetada que narraba las glorias del boxeo nacional, Enrique Armas se ha vuelto una pieza de la propaganda sandinista. Sus críticos aseguran que su voz, antes símbolo de emoción deportiva, hoy se percibe como una de las menos creíbles del país. Entre adulaciones y silencios cómplices, el vicealcalde ha pasado de cronista del ring a bufón del poder.