El triste final de Bayardo Arce y el general Álvaro Baltodano
Uno de los nombres más emblemáticos de la alianza entre el régimen y la élite empresarial fue Bayardo Arce, excomandante sandinista y hábil negociador. Durante años, Arce fue el enlace entre Ortega y los empresarios, encabezando el llamado “modelo de alianza, diálogo y consenso”.
ESCENARIO NACIONALNACIÓNPOLÍTICA
Darío Medios
6/17/20252 min read


Por más de una década, Daniel Ortega y Rosario Murillo han edificado un régimen donde el control político se entrelaza con el económico. Sobre esta línea de la dictadura, en los últimos años, el foco del poder ha empezado a concentrarse en una figura particular, Laureano Ortega Murillo.
El hijo de la pareja dictatorial ha consolidado su influencia sobre la economía nicaragüense, desplazando sin contemplaciones a figuras históricas que fueron claves en el engranaje económico del orteguismo. Obteniendo plenos poderes para firmar convenios internacionales en nombre de Nicaragua.
De operador económico a estorbo político
Uno de los nombres más emblemáticos de la alianza entre el régimen y la élite empresarial fue Bayardo Arce, excomandante sandinista y hábil negociador. Durante años, Arce fue el enlace entre Ortega y los empresarios, encabezando el llamado “modelo de alianza, diálogo y consenso”.
Bajo ese esquema, el régimen garantizó estabilidad política a cambio de beneficios económicos para un grupo selecto de empresarios. Pero el modelo empezó a resquebrajarse con la llegada de Rosario Murillo a la vicepresidencia y, más aún, tras el estallido social de 2018.
Arce pasó de ser una figura clave a convertirse en un obstáculo para la consolidación del control absoluto. Sus críticas públicas a decisiones del régimen, como la reforma al Seguro Social, lo sentenciaron. El modelo de consenso fue abandonado y con él, también su protagonismo. Desde entonces, Arce ha sido relegado al silencio, mientras su empresa enfrenta presuntas represalias fiscales.
Mientras Arce caía en desgracia, Laureano Ortega ascendía como figura central del poder económico. Aunque sin formación como economista, ha asumido funciones clave: controla las negociaciones con empresarios, lidera los viajes de inversión al extranjero y representa al régimen en foros de cooperación internacional.
Baltodano, del poder al encierro
Otro relegado fue el general en retiro Álvaro Baltodano, quien dirigió la Comisión Nacional de Zonas Francas y el organismo de atracción de inversiones ProNicaragua. Su acceso al empresariado y a la cooperación internacional lo convirtieron en un actor clave. Pero esa misma cercanía al poder económico fue su sentencia.
Laurano Ortega lo reemplazó gradualmente hasta absorber por completo sus funciones. Baltodano fue rebajado a un cargo decorativo y finalmente cayó en desgracia. Recientemente, fue condenado a 20 años de prisión por “traición a la patria”. Su caída confirmó lo que ya era evidente: en el nuevo orden económico del régimen solo hay espacio para los Ortega Murillo.
El control económico ya no está en manos de operadores políticos o expertos técnicos. Está concentrado en un heredero que responde directamente a los intereses familiares del régimen. Una señal clara de que, en Nicaragua, la economía ha dejado de ser un terreno de negociación para convertirse en un instrumento más del autoritarismo.
Laureano Ortega ha tejido su propio círculo de influencia, desplazando a antiguos aliados de su padre para consolidarse como el rostro del control económico. Más que una estrategia de eficiencia, su ascenso revela el carácter dinástico del régimen: eliminar cualquier figura con poder o influencia que no comparta el apellido Ortega Murillo.
