El padre Marcos Somarriba evoca el legado reconciliador de Violeta Barrios de Chamorro
Somarriba recordó cómo Doña Violeta emergió como símbolo de reconciliación tras el conflicto armado que marcó los años 80. Su elección como presidenta en 1990 no solo significó la primera vez que una mujer asumía el poder en Nicaragua, sino también el inicio de una nueva etapa de esperanza y restauración para un país profundamente herido.
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios
6/25/20252 min read


Durante una emotiva reflexión, el padre Marcos Somarriba destacó el legado histórico de Violeta Barrios de Chamorro, a quien describió como “una madre para Nicaragua”. A juicio del sacerdote, el país necesita con urgencia una figura como ella: que una, escuche y sane, en contraste con lo que llamó “una madrastra que excluye”.
Somarriba recordó cómo Doña Violeta emergió como símbolo de reconciliación tras el conflicto armado que marcó los años 80. Su elección como presidenta en 1990 no solo significó la primera vez que una mujer asumía el poder en Nicaragua, sino también el inicio de una nueva etapa de esperanza y restauración para un país profundamente herido.
“Dios bendijo a Nicaragua sacándose de la manga una mujer con corazón maternal, capaz de reparar lo dañado, juntar lo dividido y reconciliar lo ofendido”, expresó el sacerdote. “Hoy más que nunca, el país necesita una madre, no una madrastra. Una madre que abrace, escuche y reconstruya”, concluyó el padre Somarriba.
La expresidenta y su papel en la sanación nacional tras la guerra civil
Viuda y madre, Violeta Barrios de Chamorro fue vista por muchos como una figura que trascendía las diferencias ideológicas. “Solo una madre tiene la capacidad de ver más allá de los conflictos entre hermanos. Con sabiduría y humildad nos llamó a todos sus hijos, sus ‘muchachos’, sin distinción”, recordó Somarriba.
En un contexto donde el país transitaba del autoritarismo hacia una frágil democracia, su liderazgo evitó la confrontación y apostó por el diálogo y la empatía como herramientas fundamentales para la convivencia. “Su forma de hacer política nos enseñó que el entendimiento mutuo es más poderoso que cualquier imposición. Que solo metiéndonos en los zapatos del otro podemos encontrar paz”, añadió el religioso.
Bajo su administración, se sentaron las bases para un proceso de reconstrucción nacional que priorizaba los intereses colectivos sobre las agendas partidarias. Más de tres décadas después, el ejemplo de Doña Violeta resuena con fuerza en una Nicaragua que sigue dividida y en búsqueda de reconciliación.
