Dictadora perturbada por “los sobrados y metiches”

En un arrebato de frustración, Rosario Murillo calificó de "metiche" a quienes no se alinean con su agenda y la critican. La vice dictadora está indignada con las plataformas de noticias independientes que, desde el exilio, brindaron una amplia cobertura al reciente acto oficialista del 19 de julio. Mientras los medios afines al gobierno replicaban el discurso sin cuestionamientos, las voces independientes destacaron aspectos que el oficialismo buscó omitir.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

7/23/20252 min read

En un contexto de creciente control de la información en Nicaragua, la reacción airada de Rosario Murillo tras el acto oficialista del 19 de julio revela el impacto que aún tienen los medios independientes, incluso desde el exilio. Durante una de sus habituales alocuciones por medios oficialistas, la vocera del régimen calificó de “metiches” a quienes se atreven a observar y cuestionar desde fuera del país, dejando entrever su incomodidad frente a la crítica libre.

“Desde lejos están opinando, metiéndose, como siempre, de metiches, sin saber lo que vivimos aquí”, lanzó Murillo, visiblemente irritada por las publicaciones que destacaron aspectos incómodos del acto sandinista, como el estado físico de Ortega o los momentos en que la codictadora pide medicamentos.

La cobertura independiente del 46 aniversario de la Revolución Sandinista fue puntual y directa, en contraste con la narrativa oficial que intentó proyectar fortaleza y unidad. Diversas plataformas informativas, operando desde el exilio, centraron su atención en el deterioro físico del dictador Daniel Ortega: su lenguaje errático, dificultades para pronunciar discursos coherentes, la necesidad de asistencia médica y su comportamiento hostil incluso hacia miembros de su familia durante el evento.

Murillo irritada por la cobertura de medios independientes desde el exilio

Mientras los medios afines al régimen repetían sin cuestionamiento alguno el discurso de Ortega y Murillo, los medios independientes resaltaban lo que el aparato propagandístico buscaba ocultar: el vacío popular, la militarización del evento y la debilidad cada vez más notoria del liderazgo sandinista.

Murillo, evidentemente afectada por esta narrativa alternativa, insistió en descalificar a los medios que, desde el exilio, siguen documentando el autoritarismo del régimen: “No tienen patria, no tienen alma, por eso inventan y destruyen desde afuera. Pero aquí estamos nosotros, construyendo amor, paz y victorias”, exclamó Murillo, apelando a su discurso religioso habitual para defender la línea oficial.

Esta reacción no solo demuestra la sensibilidad del régimen a la crítica externa, sino que confirma dos realidades clave. Primero, que la represión, que incluye el exilio forzado, el encarcelamiento de periodistas y la confiscación de redacciones enteras, no ha logrado silenciar la verdad. La diáspora periodística ha encontrado en las tecnologías digitales una herramienta poderosa para seguir informando, desafiando la narrativa oficial desde múltiples frentes.

Segundo, la dictadura se siente cada vez más observada, sin el control total que tanto ambiciona. Rosario Murillo, al descalificar las opiniones externas, expone su temor a la vigilancia mediática independiente que trasciende fronteras. Lo que antes se controlaba con censura y represión hoy se escapa por pantallas, redes sociales y plataformas digitales.

En el fondo, la irritación de Murillo no es solo con los periodistas o medios, sino con una realidad que no puede controlar del todo. Aunque ha sometido a los medios nacionales mediante confiscaciones, amenazas y cooptación, como en el caso de Vos TV, que ahora parece alinearse al discurso oficialista, las voces exiliadas siguen cumpliendo una función fundamental: informar, documentar y desnudar el autoritarismo, incluso a kilómetros de distancia.