Tras semanas de especulaciones y fuertes rumores sobre su precario estado de salud, incluyendo una supuesta falla renal, el dictador Daniel Ortega hizo una aparición pública este sábado 24 de mayo en un acto de entrega de 100 buses de origen chino.

La comparecencia, interpretada como una "prueba de vida" orquestada por la codictadora Rosario Murillo, buscaba disipar las dudas sobre la capacidad del mandatario para seguir al frente del país. Sin embargo, la esperada aparición sirvió más bien para confirmar el deteriorado estado de salud del anciano dictador.

Las imágenes de los canales oficialistas lo mostraron visiblemente abotagado y ojeroso, con un semblante cansado que su chaqueta apenas logra disimular. A sus 79 años ya le supone un sobre esfuerzo mostrarse firme.

A diferencia de actos anteriores, donde se le veía entrar y salir caminando, intentando proyectar una imagen de vigor y fortaleza, en esta ocasión Ortega no estuvo en condiciones de hacer un recorrido público. Las cámaras lo captaron ya sentado en el centro del escenario, presidiendo el evento mientras los ojos del país observaban cada detalle de su limitada movilidad.

Ortega y su discurso pausado y cansado

El evento, que se suponía un acto protocolario de agradecimiento por la donación de buses, se transformó rápidamente en una tribuna para el discurso político de Ortega. El mandatario ofreció una "cátedra de historia" a favor de Rusia y China, situando a los países europeos en la "acera de los villanos".

También arremetió nuevamente contra los opositores nicaragüenses, reviviendo su versión de las protestas de abril de 2018. Sin titubear, descalificó a empresarios, comerciantes, representantes de la iglesia y estudiantes, tildándolos de "basura".

"algunos obispos, algunos estudiantes, el Chanito Aguirre insultándonos y todo eso transmitido, no íbamos a caer en el dime que te diré...yo no les respondí a sus groserías e insultos, les hubiera dado relevancia a ellos”. Aseguró el dictador.

Los discursos del dictador Ortega en actos públicos, prácticamente son los mismos, un intento de justificar la represión y las violaciones a los derechos humanos como parte de la política de un régimen, que lejos de ser un gobierno democrático, encarcela, persigue y acapara todo el poder para beneficio de la familia dictatorial.