Denis Moncada repite el guion del régimen en la ONU y evade la crisis real de Nicaragua

El canciller sandinista Denis Moncada Colindres ocupó nuevamente el podio de la Asamblea General de la ONU, pero no para rendir cuentas ni abrir espacios de diálogo con la comunidad internacional. Fiel al libreto del régimen Ortega-Murillo, su discurso estuvo plagado de justificaciones ideológicas, medias verdades y una desconexión absoluta con la realidad que atraviesa el pueblo nicaragüense.

ESCENARIO NACIONALNACIÓN

Darío Medios

9/30/20252 min read

El canciller sandinista Denis Moncada Colindres ocupó nuevamente el podio de la Asamblea General de la ONU, pero no para rendir cuentas ni abrir espacios de diálogo con la comunidad internacional. Fiel al libreto del régimen Ortega-Murillo, su discurso estuvo plagado de justificaciones ideológicas, medias verdades y una desconexión absoluta con la realidad que atraviesa el pueblo nicaragüense.

Moncada insistió en los mismos argumentos antiimperialistas, la defensa de la “soberanía nacional” y la promoción del modelo “cristiano, socialista y solidario”, con los que el régimen pretende maquillar la represión política y el colapso institucional. No hubo mención alguna a los más de 300 presos políticos, al exilio forzado de cientos de miles de ciudadanos, a la censura de medios de comunicación ni a la persecución religiosa.

El emisario sandinista tampoco se refirió al cierre de organizaciones civiles, a la confiscación de bienes ni a las denuncias de tortura en las cárceles del país. Temas centrales que organismos internacionales, incluido el propio Consejo de Derechos Humanos de la ONU, han documentado de manera reiterada.

“Soberanía” como excusa de impunidad

Uno de los ejes del discurso fue la defensa de la soberanía, un concepto que el régimen ha distorsionado para justificar el control absoluto del poder sin contrapesos ni transparencia. Bajo esa narrativa, Ortega y Murillo se presentan como víctimas de ataques externos y campañas de desinformación, mientras dentro del país consolidan un sistema autoritario que ha convertido a Nicaragua en una cárcel a cielo abierto.

La intervención de Moncada no proyectó la voz de un diplomático en representación de la nación, sino la de un emisario obediente que repite el guion de la pareja presidencial. Ante la ONU, el canciller buscó mantener las formas, pero la legitimidad perdida del régimen quedó nuevamente en evidencia.

La realidad que Moncada omitió sigue golpeando a Nicaragua: una economía estancada, instituciones sometidas, miles de familias fracturadas por el exilio y un pueblo que continúa bajo represión. Mientras tanto, en la escena internacional, el canciller sandinista se limita a sostener un discurso cada vez más alejado de la verdad.