Crónica de una persecución anunciada: Rosario Murillo acelera la caída de los históricos del sandinismo
La detención de Bayardo Arce, uno de los principales ideólogos del sandinismo y asesor económico de Daniel Ortega, ha confirmado lo que por años era un secreto a voces: la dictadura de Rosario Murillo está llevando a cabo una purga interna sin precedentes, destinada a eliminar a todos aquellos que representan un obstáculo a su hegemonía absoluta dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La reciente huida de Lenín Cerna, exjefe de la Seguridad del Estado y figura clave del aparato represivo del régimen, marca un nuevo capítulo en esta persecución.
ESCENARIO NACIONALNACIÓNPOLÍTICA
Darío Medios
8/4/20254 min read


La detención de Bayardo Arce, uno de los principales ideólogos del sandinismo y asesor económico de Daniel Ortega, ha confirmado lo que por años era un secreto a voces: la dictadura de Rosario Murillo está llevando a cabo una purga interna sin precedentes, destinada a eliminar a todos aquellos que representan un obstáculo a su hegemonía absoluta dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). La reciente huida de Lenín Cerna, exjefe de la Seguridad del Estado y figura clave del aparato represivo del régimen, marca un nuevo capítulo en esta persecución.
El ocaso del “cerebro económico” del sandinismo
Bayardo Arce Castaño, de 77 años, fue durante décadas una figura central en la revolución sandinista y uno de los hombres más influyentes del segundo ciclo de gobiernos de Ortega a partir de 2007. Su rol como asesor presidencial para Asuntos Económicos lo convirtió en el vínculo principal del régimen con el empresariado nacional y extranjero. Se le conocía como el “zar económico” del sandinismo, una especie de puente entre el poder autoritario y el capital.
Sin embargo, su cercanía con Ortega nunca fue del agrado de Rosario Murillo. Durante años, Murillo lo percibió como un obstáculo, una figura de poder que no le debía lealtad directa, y cuya ascendencia en el FSLN provenía de su historia revolucionaria, no de la sumisión.
La relación entre ambos fue siempre tensa. Mientras Arce representaba a la vieja guardia sandinista, centrada en el poder político y económico, Murillo forjó su autoridad a través del control de la propaganda, los movimientos sociales oficialistas y el aparato represivo. Con el tiempo, Arce fue apartado de los círculos decisivos. Su figura pública se diluyó y, finalmente, cayó en desgracia. Su reciente encarcelamiento no fue un accidente ni una reacción a un hecho puntual, sino el desenlace previsible de una larga rivalidad con Murillo.
El mensaje detrás de la caída
Fuentes cercanas al FSLN coinciden en que el arresto de Bayardo Arce tiene un doble propósito: eliminar a un viejo adversario y enviar un mensaje claro a la estructura del partido: en el nuevo orden dictado por Rosario Murillo, la lealtad no se construye sobre la historia ni el legado revolucionario, sino sobre la obediencia ciega al poder familiar.
Con este movimiento, Murillo consolida su proyecto de un sandinismo sin sandinistas históricos, sin voces críticas dentro del régimen y sin figuras que recuerden que alguna vez hubo una revolución colectiva. Ahora el poder se reparte solo entre ella, Daniel Ortega y sus hijos.
Lenín Cerna: el hombre más buscado
El 31 de julio de 2025, Nicaragua despertó con la noticia del allanamiento a la residencia de Reinaldo Gregorio Lenín Cerna Juárez, sin éxito. El antiguo jefe de la Seguridad del Estado había desaparecido. Su fuga fue el siguiente eslabón en esta cadena de persecuciones internas, y probablemente el más alarmante para la dictadura.
Lenín Cerna no es un fugitivo cualquiera. Durante la década de los 80, fue el arquitecto de la represión estatal: espionaje, desapariciones forzadas y vigilancia sistemática fueron su especialidad. Con Ortega, construyó una alianza basada en la confianza y la brutal eficacia. Su regreso al régimen en 2018, tras el estallido social, fue una clara señal del tipo de métodos a los que Ortega estaba dispuesto a recurrir para mantenerse en el poder.
Pero su poder y su cercanía al presidente lo convirtieron en un blanco para Murillo, quien jamás le perdonó su autonomía y su resistencia a someterse a su autoridad. Con la detención de Arce, Cerna entendió que era el siguiente. Su desaparición no solo muestra su experiencia en el arte de moverse en las sombras, sino que representa un desafío directo a la estabilidad del régimen.
Un régimen que devora a sus propios hijos
La cacería desatada por Rosario Murillo no es solo una lucha por el control del partido; es una reconfiguración completa del poder en Nicaragua. Murillo no está simplemente marginando a los históricos, los está neutralizando: unos en la cárcel, otros en el exilio, y algunos, como Cerna, en la clandestinidad.
Estos movimientos internos revelan el grado de paranoia e inseguridad que reina en el círculo del poder. Ya no basta con el control de la oposición; ahora se necesita eliminar cualquier resquicio de autonomía dentro del FSLN.
Para los analistas, la purga de figuras históricas como Bayardo Arce y la persecución de Lenín Cerna marcan un punto de no retorno: la dictadura de Ortega y Murillo ha dejado atrás cualquier vínculo con el sandinismo original para convertirse en un régimen estrictamente personalista, autoritario y familiar.
¿El fin de una era?
El arresto de Arce y la huida de Cerna confirman lo que muchos dentro y fuera del país ya temían: la revolución sandinista ha sido absorbida por la lógica de una dictadura familiar que ya no tolera ni siquiera a sus fundadores. El mensaje es claro: en el Nicaragua de 2025, nadie está a salvo de Rosario Murillo, ni siquiera los que ayudaron a construir el régimen. La pregunta que se hace ahora es: ¿quién será el próximo?
