El gobierno de Daniel Ortega ha intensificado su dependencia financiera de China y Bielorrusia, en un intento por mantener la infraestructura del país en marcha. Sin embargo, los beneficios prometidos de estos acuerdos parecen estar lejos de materializarse, mientras la economía nicaragüense sigue estancada. El miércoles 11 de septiembre de 2024, la Asamblea Nacional de Nicaragua -controlada por el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) aprobó por unanimidad dos préstamos con el Banco de Desarrollo de Bielorrusia por un total de 9,11 millones de dólares para adquirir maquinaria destinada a la construcción y mantenimiento de vías.

Los convenios de créditos, firmados entre el Ministerio de Hacienda y Crédito Público de Nicaragua y un representante del Banco de Desarrollo de Bielorrusia, se distribuyen en dos montos: 4,47 millones y 4,64 millones de dólares respectivamente. El Ministerio de Transporte e Infraestructura de Nicaragua supervisará la implementación de estos proyectos, bajo la dirección directa del Poder Ejecutivo, en asociación con las empresas bielorrusas JSC Amkodor Holding Managing Company y Belautomaz. Esta aprobación parlamentaria se alinea con la estrategia del régimen Ortega-Murillo de fortalecer lazos con aliados internacionales cuestionados, como Bielorrusia y China, mientras continúan las sanciones internacionales por violaciones de derechos humanos.

En julio de 2024, Daniel Ortega otorgó poderes plenos a su hijo, Laureano Ortega Murillo, para firmar acuerdos comerciales y de cooperación con Bielorrusia, consolidando una relación que, aunque políticamente provechosa para el régimen, muestra escasos beneficios económicos tangibles. Desde la perspectiva de la cooperación bilateral, tanto China como Bielorrusia han expresado expectativas optimistas sobre el desarrollo económico de Nicaragua. Sin embargo, los datos indican que estas esperanzas están lejos de cumplirse.

A pesar de la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China y de diversos proyectos de infraestructura en colaboración con ambos países, las exportaciones hacia el gigante asiático solo representaron un 1.2 % del total de ventas externas de Nicaragua durante los primeros ocho meses de 2024, equivalentes a 62,8 millones de dólares. Este porcentaje es marginal en comparación con el 48 % de las exportaciones dirigidas a Estados Unidos, que generaron ingresos por 2,459.8 millones de dólares en el mismo período.

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Asamblea sandinista aprueba préstamo con Bielorrusia | Fotografía cortesía

Crecimiento económico limitado

Las proyecciones oficiales del régimen nicaragüense esperan un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) entre 3.8 % y 4.5 % para el período 2024-2028, una cifra que no refleja un cambio significativo respecto a años anteriores y que se aleja de las expectativas de crecimiento impulsadas por los nuevos acuerdos con China.

Los Lineamientos de Política para la Formulación del Proyecto de Presupuesto General de la República 2025 y del Marco Presupuestario de Mediano Plazo 2025-2028 sugieren que la economía no verá un impulso notable pese a los anunciados megaproyectos financiados por China, como el aeropuerto de Punta Huete y una planta de energía fotovoltaica en Ciudad Darío.

Dificultades en las exportaciones

Mientras tanto, las exportaciones totales de Nicaragua entre enero y agosto de 2024 registraron una caída del 0.8 %, con ingresos que disminuyeron en 39.6 millones de dólares en comparación con el año anterior. Este descenso se debió principalmente a una reducción en las ventas de productos de Zona Franca, afectando negativamente sectores como la manufactura de arneses automotrices y la producción de camarones de cultivo.

Aunque hubo un ligero aumento del 1.7 % en las exportaciones del régimen general, impulsadas por el oro y la carne bovina, este incremento no fue suficiente para compensar las pérdidas en otros sectores, particularmente en el café, cuya exportación cayó significativamente.

A pesar de las promesas de megaobras y crecimiento económico pronunciadas por el régimen, las proyecciones no son alentadoras. Según The Economist Intelligence Unit, la economía de Nicaragua seguirá limitada por conflictos políticos y una baja confianza en el Estado de Derecho, factores que frenan la inversión extranjera y el crecimiento a largo plazo, con el impulso necesario de la empresa local y las conexiones regionales.

Las expectativas de crecimiento de la administración de Ortega para 2025, situadas en un 4.2 %, superan ligeramente las previsiones de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que ubican el crecimiento entre 3.4% y 3.5 %.

Los continuos préstamos y acuerdos económicos, aunque sustanciales en monto, aún no se reflejan en mejoras visibles para la economía nicaragüense. El régimen Ortega-Murillo apuesta a una política de alianzas internacionales y megaproyectos, pero los resultados tangibles para la población y la economía del país siguen siendo limitados, dejando a Nicaragua en una senda de crecimiento moderado y con desafíos significativos en el horizonte.