Carlos Lehder: Oscura conexión del dictador Daniel Ortega y el narcotráfico
La llegada de Carlos Lehder a Colombia, el pasado viernes 28 de marzo, no solo causó revuelo por su retorno a la patria después de casi cuatro décadas de ausencia, sino por la evocación de un pasado lleno de historias turbias que involucran, en un punto clave, al actual régimen de Daniel Ortega.
ESCENARIO NACIONALNACIÓN
Darío Medios 6
4/7/20254 min read


La llegada de Carlos Lehder a Colombia, el pasado viernes 28 de marzo, no solo causó revuelo por su retorno a la patria después de casi cuatro décadas de ausencia, sino por la evocación de un pasado lleno de historias turbias que involucran, en un punto clave, al actual régimen de Daniel Ortega.
La noticia no es buena para la dictadura Ortega Murillo, Lehder es la prueba viviente de los vínculos de Daniel Ortega y el Frente Sandinista con el narcotráfico, la venta de drogas, un pasado criminal. Todo fue narrado por el ex capo, quien contó cómo y por qué llegó a Nicaragua en los años de 1980, quiénes lo recibieron, cómo fue recibido en términos diplomáticos.
A sus 75 años, el ex narcotraficante, conocido por su papel crucial en el Cartel de Medellín junto a Pablo Escobar, fue detenido al aterrizar en Bogotá procedente de Alemania, donde se encontraba viviendo tras su liberación en 2020. Sin embargo, tras un proceso judicial, un juzgado colombiano dictó su libertad el lunes 31 de marzo, concluyendo que las órdenes de captura en su contra ya estaban prescritas.
Pero el regreso de Lehder no solo revivió el pasado criminal de uno de los hombres más poderosos del narcotráfico, sino que también expuso una red de complicidades políticas y geopolíticas que ligaron al Cartel de Medellín con diversos gobiernos de la región, especialmente con el de Nicaragua bajo Daniel Ortega.
Nicaragua, refugio de narcotraficantes
Lehder relató su vinculación con Nicaragua durante la primera dictadura de Daniel Ortega en los años de 1980, en pleno apogeo del tráfico de cocaína y de la guerra contra la Contra Revolución.
En su libro Vida y Muerte del Cartel de Medellín, el ex capo describió cómo, tras escapar de la creciente persecución en Panamá, buscó refugio en Nicaragua, donde encontró un aliado inesperado en el régimen sandinista de Ortega.
“El ministro Tomás Borge me ofreció refugio. Para mí, Panamá estaba demasiado lleno y acepté la oferta de Nicaragua”, recordó Lehder, señalando que fue en ese país donde encontró no solo protección, sino también un terreno fértil para expandir sus operaciones.
Según relató, el trato fue de tal magnitud que, lejos de ser un perseguido, fue recibido como un “invitado de honor”. “Me asignaron una casa de protocolo diplomático, mejor que la de un diplomático mismo, y me sentí como un rey”, comentó, mientras contaba cómo el régimen le proporcionó incluso un avión para sus operaciones, con el visto bueno de los altos mandos sandinistas.
Lehder no solo encontró protección en Nicaragua, sino que también estableció vínculos comerciales muy lucrativos con el gobierno de Ortega, a cambio de generosas sumas de dinero. En su relato, el narcotraficante recuerda cómo el gobierno sandinista permitió el uso de pistas de aterrizaje para transportar cocaína suramericana hacia México, un acuerdo que, según el ex capo, se realizó “a cambio de varios millones de dólares en efectivo”.
Una de las figuras clave en estos acuerdos fue Federico Vaughan, quien en ese entonces era secretario de Interior y asistente de Tomás Borge.
En una famosa fotografía, Vaughan aparece junto a Pablo Escobar en el aeropuerto Los Brasiles en Managua, mientras supervisaban el tránsito de drogas. Según Lehder, Vaughan fue claro en su disposición para colaborar con el cartel de Medellín, permitiéndoles utilizar las instalaciones del gobierno para sus vuelos ilegales de narcotráfico.
El legado de los años 80 y las sombras sobre Ortega
Lo que el regreso de Carlos Lehder trae consigo no es solo una reflexión sobre los excesos del narcotráfico en las décadas pasadas, sino también sobre los lazos oscuros que persisten en la región.
El excapo, ahora en libertad, sigue siendo testigo viviente de las profundas conexiones entre el régimen sandinista y el narcotráfico, conexiones que, como él mismo indicó, fueron una de las piedras angulares del poder del Cartel de Medellín en esos años.
Hoy, en un contexto donde Ortega ha consolidado su poder mediante prácticas autoritarias y una creciente represión contra la oposición, el regreso de Lehder y sus declaraciones reavivan las sospechas sobre los vínculos históricos entre la dictadura sandinista y el crimen organizado.
A través de sus relatos, Lehder muestra cómo el narcotráfico fue una herramienta tanto de financiamiento como de poder, un legado que la dictadura de Ortega no puede negar sin quedar expuesto ante la historia y la justicia internacional.
El relato de Lehder
En una reciente entrevista con Semana, Carlos Lehder reveló detalles sobre su encuentro con Pablo Escobar en Managua, poco después del asesinato del ministro de Justicia colombiano, Rodrigo Lara Bonilla, en 1984. Lehder, quien se encontraba en Nicaragua en ese momento, recordó cómo se enteró del asesinato mientras cenaba en una hacienda, cuando su personal le informó de la muerte del ministro.
A pesar de la cercanía de los narcotraficantes con Lara Bonilla, Lehder negó tener cualquier relación con su muerte y afirmó que fue una acción exclusiva de Escobar, quien años después habría confesado su responsabilidad.
En la entrevista, Lehder relató cómo, tras el asesinato, fue trasladado a una reunión con Escobar en Nicaragua. Durante el encuentro, expresó su molestia con Escobar por no haberle avisado sobre el plan para asesinar al ministro, y le reclamó por la decisión impulsiva. Escobar, según Lehder, se justificó diciendo que fue un "arrebato" y que, en su furia, ordenó el asesinato de Lara Bonilla, quien no estaba suficientemente protegido.
Lehder también admitió que, en ese momento, felicitó a Escobar por el asesinato, ya que Lara Bonilla era visto como un enemigo y un perseguidor feroz de los narcotraficantes. Sin embargo, en retrospectiva, el excapo lamentó esta actitud, considerando que fue un error y manifestó su arrepentimiento. En la corte, Lehder había hablado abiertamente de ese episodio, asegurando que no tenía relación con la muerte de Lara Bonilla ni con otros asesinatos políticos posteriores, que también se atribuyen a Escobar.
En este contexto, la libertad de Carlos Lehder, tras décadas de cárcel y exilio, es la reactivación de un pasado que muchos querrían dejar atrás, pero que sigue vivo en las sombras del presente.
El regreso de Lehder a Colombia y sus revelaciones sobre los lazos con Ortega no solo son un recordatorio del pasado sombrío, sino de una nueva página en la historia del narcotráfico en América Latina, un capítulo lleno de complicidades y silencios que aún resuenan con fuerza.
