El cardenal Brenes viaja a Roma para participar en la elección del sucesor del Papa Francisco

El cardenal Leopoldo Brenes partió rumbo a Roma para participar en el cónclave que elegirá al nuevo Papa, en medio de la persecución del régimen de Ortega contra la Iglesia en Nicaragua.

NACIÓNESCENARIO NACIONAL

Darío Medios 6

4/23/20253 min read

El cardenal Leopoldo José Brenes Solórzano, Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, partió este miércoles rumbo a Roma, donde tomará parte en el cónclave que elegirá al nuevo Papa, confirmó la Arquidiócesis de Managua.

"Como cardenal tengo la obligación de participar tanto en sus exequias como también en el cónclave" , expresó Brenes en un breve video difundido por la misma Arquidiócesis a través de sus redes sociales.

El cardenal explicó que su viaje tiene como objetivo sumarse al proceso de elección del sucesor del Papa Francisco, recientemente fallecido. Además, pidió a los fieles que once oraciones para que "el Espíritu Santo ilumine a todo el Colegio Cardenalicio para elegir a aquella persona que él quiere que dirija los destinos y la marcha de esta iglesia que peregrina por el mundo" .

Este viaje ocurre en un contexto marcado por la represión que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo mantiene contra la Iglesia Católica en Nicaragua. En los últimos años, el régimen ha prohibido las celebraciones religiosas, especialmente durante la Semana Santa, y ha perseguido a obispos, sacerdotes y religiosas.

Muchos sacerdotes han sido detenidos, expulsados ​​del país, despojados de sus bienes y hasta desnacionalizados. Además, el régimen sandinista ha acusado a la Iglesia de estar involucrada en un intento de golpe de Estado iniciado en abril de 2018.

Desde entonces, la Iglesia ha sido etiquetada como "terrorista" y "golpista", y su clero ha sido calificado por el oficialismo como "hijos del diablo" , en represalia por las críticas que han emitido respecto a los crímenes cometidos durante las protestas de 2018.

¿Quién elige al nuevo papá?

El cónclave estará conformado por 133 cardenales con derecho a voz y voto provenientes de distintas partes del mundo. Para la elección del nuevo pontífice, se requieren al menos 88 votos.

Según el protocolo establecido, los cardenales emiten dos votos por la mañana, tras el rezo de Laudes, y dos más por la tarde, a partir de las 16:00 horas locales (14:00 GMT). Después de cada par de votaciones, las papeletas se queman en una estufa especial ubicada en la Capilla Sixtina. El humo que se libera por una chimenea en el techo de la capilla indica el resultado: si es blanco, se ha elegido Papa; si es negro, no se ha alcanzado consenso. Este humo suele aparecer alrededor del mediodía (10:00 GMT) oa las 19:00 (17:00 GMT).

Cuando se confirma la elección del nuevo Papa, suenan también las seis campanas de la Basílica de San Pedro como señal de celebración.

En una sala anexa a la Capilla Sixtina, conocida como la "sala de las lágrimas" , se disponen vestimentas papales de diferentes tallas. Este espacio recibe ese nombre por ser el lugar donde el nuevo pontífice suele liberar la emoción contenida tras su elección.

El proceso de votación

El último cardenal diácono se encarga de designar a tres escrutadores, tres auditores y tres colaboradores para llevar adelante el procedimiento. Luego, los Maestros de Ceremonias entregan a cada cardenal al menos dos papeletas en blanco y abandonan la Capilla Sixtina.

Cada elector escribe de forma clara y reconocible el nombre de su elegido, dobla la papeleta y, sosteniéndola visible, se dirige al altar donde se encuentran los escrutadores. Allí jura: "Invoco a Cristo el Señor, que me juzgará, por testigo de que mi voto se da a quien, según Dios, creo que debe ser elegido" . Luego, deposita la papeleta en un plato y la introduce en un cáliz que funciona como urna, hace una reverencia y regresa a su sitio.

Finalizada la votación, el primer escrutador agita la urna para mezclar las papeletas y el tercero las transfiere a otro cáliz. Si el número de votos coincide con el total de electores, se procede al recuento.

Los tres escrutadores abren y leen cada papeleta. Uno lee en voz baja, otro repite el nombre, y el tercero lo anota y lo dice en voz alta. Las papeletas se perforan y se unen con un hilo para evitar duplicaciones.

Finalmente, el Camarlengo redacta un acta con los resultados y todos los documentos se incineran con una sustancia que colorea el humo, determinando así el anuncio al mundo sobre si se ha elegido, o no, un nuevo Papa.