El inicio del cónclave para elegir al nuevo papa se lleva a cabo bajo un estricto protocolo litúrgico y ceremonial, que comienza con la misa Pro eligiendo Pontífice y continúa con las votaciones diarias en la Capilla Sixtina, donde la señal de humo indicará si hay o no consenso.
El método de elección del pontífice está regulado milimétricamente en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis y otros documentos vaticanos y, ante la eventualidad de que se alargue, prevé una serie de pausas de reflexión y salidas.
Todo este proceso, de acuerdo al estricto protocolo vaticano, deberá transcurrir en la más absoluta discreción, sin que los cardenales electores salgan de los dominios vaticanos. Un cardenal será elegido papa si consigue el respaldo de la mayoría de al menos dos tercios de los cardenales, en este caso 89, ya que los electores ascienden a un total de 133.
Los votos serán quemados tras el recuento en una estufa instalada ya para la ocasión en la Capilla Sixtina y el color del humo anunciará al mundo exterior el resultado: el negro indicará que no hay acuerdo; el blanco precederá el famoso Hambemus papam.
Los cardenales que deberán elegir al futuro papa en el cónclave, desde este miércoles 6 de mayo de 2025, lo harán aislados en la Capilla Sixtina y votando día tras día, en un ciclo de escrutinios que prevé pausas y límites, hasta lograr un acuerdo para la elección del sucesor del papa Francisco.
Los últimos cónclaves han sido generalmente rápidos: Francisco fue elegido en 2013 en la quinta votación, Benedicto XVI en 2005 en la cuarta y Juan Pablo II en 1978 en la octava, aunque otros se alargaron más, como el de Pío XI en 1922, que requirió catorce.


