Un pedazo de México se estableció en Nicaragua desde la década de los noventa. Fue la capital de este país centroamericano que enamoró y atrapó a Gerardo Camacho.
Camacho de origen mexicano llego a tierra pinolera como agregado cultural de México y en 1998 decidió radicarse en Managua con su esposa y fundaron el restaurante de comida mexicana “María Bonita”, al cual se dedico por completo a su negocio de comida mexicana.
La gente y sus paisajes cautivaron por completo a este empresario, que el pasado fin de semana dejó este mundo y en Nicaragua quedan los mejores recuerdos según, se expresaron varias personas en redes sociales al darse cuenta que Gerardo Camacho había fallecido.
“Descanse en paz don Gerardo Camacho gran persona me encanto su comida tuve la oportunidad de ir varias veces y poder platicar con el gran promotor artístico recuerdo el espacio que hizo para los dos grandes maestros del canto y la música Cesar Andrade y Transito Gutiérrez en el patio del María Bonita, son personas que nunca se olvidan por enamorarse de Nicaragua”, se puede leer en uno de los tantos comentarios de la red social Facebook.
El señor de los tirantes
En una entrevista que Camacho brindará al Diario La Prensa expresó que lo peor que le podía pasar era que un cliente le reclama porque la comida estuviera salada o muy fría.
Los tirantes eran parte fundamental de su vestimenta pues esto lo caracterizaba y el manifestaba que no podía salir sin ellos ya que los pantalones se le podían caer, durante esa entrevista dijo que, le encantaba el perfume de mujer.
Le encantaba las tortillas, salsa mexicana y frijoles, estos alimentos que no podían faltar en su refrigerador, una de las principales acciones que Gerardo Camacho realizaba al levantarse era orar, luego se lavaba los dientes, y se tomaba un té verde. Indicaba que los personajes que más admiraba eran Benito Juárez y Sandino; según él, estos dos han dignificado a su país.
Incumplir sus compromisos y el mar eran cosas no le gustaban
Una de las cosas que lo ponía nervioso era saber que el tiempo no le iba permitir cumplir con algún compromiso.
De las cosas que no le gustaban era el mar y en algún momento aseveró que, si se le hubiera tocado estar en una isla desierta, su compañía sería una navaja para cortarse las venas.
Lo que más lamentaba no haber podido despedirse físicamente de su mamá, pues se encontraba en Haití, aunque si dijo que sintió su presencia mientras lloraba en la puerta de una iglesia, de repente sintió que le jalaban el cabello como lo hacía su mamá.
Desde Darío Medios Internacional extendemos nuestro más sentido pésame a la familia de Gerardo Camacho, quien era padre de la periodista Celia Camacho.