El sonido aeronáutico empezó entre las 9 y las 10 de la mañana de un martes de septiembre del 78; el ruido que zumbaba por los oídos leoneses era el de un Push and Pull, temidos aviones doble cola de la Guardia de Anastasio Somoza Debayle que surcaba los cielos por las mañanas para bombardear a la población.
Somoza Debayle, declaró la Ley Marcial el 11 de septiembre de 1978, luego de una ofensiva de guerrilleros sandinistas efectuada en diferentes ciudades del país como León, Managua, Chinandega y Estelí, sumado a una escaramuza que se llevó a cabo en Peñas Blancas, donde unos 300 guerrilleros asaltaron el puesto fronterizo resguardado con solo 25 soldados de la Guardia Nacional (G.N).
Felipe, un ciudadano que para la época se encontraba en plena adolescencia, contó que el silencio de las desoladas calles en la Ciudad Universitaria se interrumpía con algunos disparos hacia el cielo provenientes de las armas guerrilleras, que trataban de ocasionar algún daño a las naves somocistas, lo que significaba, que las bombas estaban a punto de caer.
“Los doble colas bajaban y subían alta mente y luego, volvían a bajar en picada con velocidad y dejaban caer y solo se escuchaba el estruendo por toda la ciudad ¡Boom! Luego, una edificación terminando de derrumbarse y seguidamente, el silencio”, relató Felipe a DaríoMedios.
El nicaragüense de origen leones, recuerda que las avenidas comenzaron a vaciarse en 1978 por los constantes bombardeos de los Push and Pull y los combates entre guerrilleros sandinistas y la Guardia Nacional (GN), panorama desolador, que obligó a desplazarse a muchas personas hacia las zonas menos habitadas como valles y colinas.
Bombas de 500 libras
Felipe explicó que los escombros por doquier causaban un panorama en decadencia, y los ruidos de los estallidos retumbaban por todos los corredores de las casas, dejando a su paso “absolutamente todo arrasado, humeando y quemado”, situación de la cual, ni siquiera las iglesias se escapaban.
“Es algo terrorífico lo que se vivió en esos tiempos, la mayor parte de las familias habían salido de la ciudad por los constantes bombardeos y los combates entre sandinistas y los somocistas. La guardia le lanzaba a las iglesias, por ejemplo, en el fondo de la iglesia San Sebastián que queda en Guadalupe, aún se pueden ver las ruinas de un bombazo, aún hay secuelas”, dijo el hombre.
Entre los recuerdos del ciudadano que vivió la época “terrorífica” resalta la memoria de un barril de 500 libras que “desbarató” casi toda una cuadra frente a la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León), donde en aquellos días, era un conjunto de comercios seguidos. Todos fueron destrozados.
“Una de ellas calló por la UNAN y de un bombazo se destruyeron cuatro casas y tiendas, se escuchó en todo león y fue algo que provocó pánico y miedo. Otra cosa que donde intentaron destruir, me acuerdo que fue la alcaldía municipal, que es la misma de hoy en día, la cual era un edificio clave para los guardias, eso ya fue para 1979. El somocismo quería destruirla pero no pudieron”, añadió.
Según medios de comunicación internacionales que llegaron a documentar el conflicto en el 79, las principales ciudades que se encontraban bajo bombardeo somocista fueron: Masaya, Managua, León, Estelí y Matagalpa, las víctimas se contabilizaron más de 10 mil personas fallecidas producto de las explosiones.
Estelí, la ciudad más devastada
La ex guerrillera sandinista Mónica Baltodano, también recuerda la situación tensa y de pánico que los aviones causaban entre la ciudadanía, reafirmando que varias ciudades fueron objetivo de los misiles o Rockets a como le solían llamar, pero que una de los bastiones guerrilleros más destruidos bajo el baño de fuego de Somoza, fue Estelí.
“En la del 79 bombardeó con cohetes desde aviones Push and Pull y luego también con aviones Douglas de donde dejaron caer bombas de 500 libras”, explicó Baltodano desde su exilio en Costa Rica.
Así mismo, la entonces líder guerrillera, recuerda que no solo aviones se dedicaban a bombardear, sino, que había helicópteros que se encargaban de disparar con artillería y ametralladoras desde los aires, se paseaban sobre los patios de las casas.
“En Managua sufrimos esas bombas. También artillaron helicópteros con ametralladoras y ametrallaron desde el aire”, señaló Baltodano.
Operación limpieza
Estas acciones contra la población, relatadas anteriormente, fueron parte de la llamada “Operación Limpieza” de Somoza, la cual tenía como objetivo tomar nuevamente el control de las principales ciudades del país “a cualquier precio”, según relatores de derechos humanos en ese entonces, la Guardia Nacional también se sirvió de Paramilitares que ejecutaban los mandatos que bajaban desde los altos mandos, utilizando todos los recursos a su favor, entre ellos, las bombas y misiles de los aviones.
“En León había unas noventa mil personas y quizá ochenta guardias, lo más, imposible mantener control sobre una ciudad. Menos aún, cuando considerás la cantidad de fusiles que lograron meter los sandinistas muy hábilmente con la complicidad de los ticos, de los cubanos y los venezolanos”, explicó en entrevista a La Prensa Anastasio Somoza Portocarrero, “El Chigüín”, hijo de Somoza Debayle.
Somoza Portocarrero en ese momento se estaba encargando de la modernización de “la Guardia”, una de las claves de esa trascendencia tecnológica fue la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), institución militar especializada y entrenada para diversas situaciones de peligro.
Esta división de élite, especialmente diseñada para combatir a las guerrillas, fue la que jugó uno de los papeles más importantes en combate, sin embargo, también cometería atrocidades, abusos contra civiles y crímenes de lesa humanidad.
“Cualquier comandante militar estaría de acuerdo en que uno está bastante sobre-extendido cuando tus tropas en la escuela de entrenamiento son tus fuerzas de reserva”, fueron palabras vertidas en el libro de Somoza Debayle, Nicaragua Traicionada.
En el 2018, Daniel Ortega y Rosario Murillo replicaron su propia versión de la operación limpieza, esto, durante la insurrección cívica que estalló el 18 de abril de ese mismo año.
A pesar que la dictadura familiar Ortega-Murillo no utilizó aviones para bombardear las ciudades, si los utilizó para trazar mapas y utilizar tácticas militares contra la población civil, que contrario a las guerrillas sandinistas, quienes si tenían armas para combatir y atacar, los ciudadanos en 2018, únicamente tenían banderas, piedras, barricadas de adoquines –herencia de aquella época- y juegos pirotécnicos como lanza morteros.
Según organismos internacionales que defienden los derechos humanos, más de 300 personas fueron asesinadas durante las protestas antigubernamentales, así mismo Bellingcat, un colectivo internacional independiente de investigadores y periodistas ciudadanos, comprobó que se utilizaron armas bélicas contra las personas que se encontraban en las barricadas.
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