Sacerdotes de la Diócesis de León y Chinandega se encuentran en pánicos y piensan que podría llegar a secuestrados por la Policía sandinista en sus casas o los templos católicos”, dijo una fuente vinculada a los clérigos.
Los eclesiásticos están a merced del régimen, no tienen “sosiego”, están “nerviosos” y son extremadamente cuidadosos con sus homilías, para no exponerse a ser llevados a las cárceles del Chipote, expresó nuestro informante.
“En la Diócesis de León se ha acrecentado la vigilancia hacia los curas, incluso, hasta para el obispo Sócrates René Sándigo, que está super vigilados por guardias de la Policía”, destacó nuestra fuente.
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Determinaron, que de nada le sirvió a Monseñor Sándigo Jirón, congraciarse con la dictadura, porque ahora es acosado por policías del régimen a donde vaya y sobre todos en sus sermones, expresó la fuente.
“Monseñor Sándigo está sintiendo los que los clérigos en el exilio vivieron cuando fueron perseguidos por el régimen”, manifestaron.
Vicario de la Basílica Catedral de León se exilió por persecución de la dictadura
La situación en torno a los clérigos de la Diócesis se puso más tensa cuando el vicario de la Basílica Catedral de León, el sacerdote Aurelio López se vio obligado a salir al exilio forzado debido a las asechanzas de la Policía al servicio de los autócratas.
El capellán tuvo que abandonar Nicaragua el pasado viernes 19 de abril, al conocer que la dictadura pretendía enviarlo a la cárcel.
“El padre Aurelio se fue, se llevó sus cosas privadas, el lugar donde vivía quedó vacío”, sostuvo.
Monseñor Sándigo custodiado
Mientras la abogada e investigadora Martha Patricia Molina expuso a través de sus redes sociales que Monseñor René Sándigo, Obispo de la Diócesis de León está siendo vigilado las 24 horas del día por agentes policiales fieles a la dictadura. Este hecho ha puesto “tenso” al religioso que ha sido cuestionado por la feligresía de ser afín a los Ortega- Murillo.
En los últimos días se ha observado en redes sociales, imágenes donde aparecen patrullas de la Policía orteguista cerca de monseñor Sándigo Jirón.
Desde de la rebelión de abril, 2018, sacerdotes, religiosos y religiosas han tenido que salir de Nicaragua o han sido expatriados por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que culpa a la iglesia católica de ser artífices por el estallido social, que dejó más de 350 muertos.
A inicios de 2024, la dictadura confinó a más de quince sacerdotes, entre ellos: los Obispos Isidoro Mora y Rolando Álvarez, de las Diócesis de Siuna y Matagalpa individualmente.
La política de comunicación de la diócesis de León ha sido el silencio. El obispo Sócrates Sàndigo no se ha pronunciado por destierro del sacerdote Johnny Guerrero ni de la negación de ingreso al país que la dictadura hizo a monseñor Rodrigo Urbina Vivas.
Asimismo, las comunidades religiosas de mujeres están siendo afectadas en Occidente, “muchas de ellas, le han negado la entrada al país y cancelado las residencias permanentes que tenían.
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Régimen confinó a tres sacerdotes de la orden “Santísimo Salvador”
El régimen de Daniel Ortega deportó de Nicaragua a tres sacerdotes de la orden Santísimo Salvador y pertenecientes a la Diócesis de León, en el occidente del país.
Los religiosos son: el padre Ezequiel Buenfil, rector del Convento San Juan Neumann Nicaragua; el párroco José Miguel Figueroa, de la iglesia Nuestra Señora de los Desamparados “El Calvario”, en el Viejo, Chinandega; y el sacerdote David Pérez, de la parroquia Inmaculada Concepción de María, en León.
“Desde el 14 de enero 2024, los sacerdotes pertenecientes a la orden religiosa del Santísimo Salvador recibieron amenazas de la Policía, cuando regresaban de celebrar la santa misa en la parroquia Santo Tomás Apóstol de Corinto. Desde ese día, los padres Buenfil y Figueroa desaparecieron y luego fueron expulsados”, denunció en sus redes sociales la investigadora Martha Patricia Molina.
Igualmente, hay que recordar la expulsión del presbítero, Marco Díaz, quien fungió al inicio del obispado de Monseñor Sócrates Sándigo, como vicario de la Diócesis, aunque, desde el inicio no se le permitió desarrollar su cargo eclesiástico.