Transcurridos 46 segundos de la pelea entre las gladiadoras Angela Carini e Imane Khelif, representante de Argelia en los Juegos Olímpicos de París 2024, Carini resolvió poner fin al combate. La decisión de Carini surge tras recibir dos golpes a la altura de la nariz. “Me dolió muchísimo, no quiero seguir”, dijo en el cuadrilátero.
Inmediatamente, los árbitros confirmaron la decisión de Carini y proclamaron ganadora a Khelif, mientras la púgil italiana cayó en sollozos y dobló rodillas en el ring, angustiosamente. Los llantos fueron de frustración al entender que no podía prolongar una contienda en igualdad de condiciones. “Subí al cuadrilátero y pretendí luchar. Ambicionaba vencer. Recibí dos golpes en la nariz y ya no exhalaba. No es justo”, expuso.
Carini asegura que no es nadie para calificar. “Si esta atleta está aquí es por una razón. Sentí golpes muy fuertes. Soy una luchadora y mi selección lo sabe. Soy de las atletas que aún ante el sufrimiento nunca me detengo. Si me contuve fue por mi familia”, recalcó.
Sin embargo, la ministra italiana de Familia, Natalidad e Igualdad de Oportunidades, Eugenia Roccella, dijo sentir “preocupación” por la admisión en la competición olímpica de boxeo femenino de “dos transexuales, hombres que se igualan como mujeres y que, en cambio, en las últimas competiciones habían sido expulsadas”.
En el Mundial 2023, realizado en India en marzo, Imane Khelif compitió en peso wélter y ganó con claridad sus primeros cuatro combates, pero fue descalificada por la IBA antes de competir en la final. Un test hormonal determinó que Khelif tenía mucha más testosterona de lo normal para una mujer, y fue excluida por no pasar el criterio de elegibilidad de la IBA. Lo mismo ocurrió con la pugilista y ex bicampeona mundial Lin Yu-ting, de Taiwán.
En ese entonces, la Asociación Internacional de Boxeo decidió sacarlas de la competencia y los resultados llegaron hasta los medios de comunicación. Sin embargo, las atletas participan en los Juegos Olímpicos de París 2024 al recibir la autorización del Comité Olímpico Internacional (COI). La organización estimó que las boxeadoras cumplen los parámetros necesarios para luchar en esa rama deportiva. Khelif calificó lo sucedido como una conspiración en su contra.
Imane Khelif es una boxeadora argelina de 25 años que compite en la categoría de hasta 66 kilos en los Juegos Olímpicos 2024. La atleta participó sin mucho éxito en los Mundiales de 2018 y 2019 y en Tokio 2020, donde apenas logró una medalla y fue derrotada por Kellie Harrington. Asimismo, subió de división a peso superligero y en 2022 ganó la medalla de oro en los Juegos del Mediterráneo y el Campeonato de África, y fue subcampeona mundial aficionada. En 2023, no superó las pruebas de género y fue expulsada del Mundial de Boxeo en Nueva Delhi.
Khelif aseguró que sufrió bullying por su aspecto, pero resistió y siguió participando en muchos torneos sin mayores dificultades, aunque sus aspiraciones de ganar la medalla de oro eran grandes. Alegó también que sus estadísticas son muy representativas del resto de las mujeres.
Otras atletas trans que se han destacado en competencias mundiales incluyen a CeCe Telfer, corredora transgénero estadounidense, quien como mujer quedó en puestos de la NCAA en los que no había quedado jamás cuando competía como hombre. En los Juegos Olímpicos nunca había habido un atleta trans hasta la pesista transgénero de Nueva Zelanda, Laurel Hubbard, quien hizo historia en Tokio 2020 aunque no logró un levantamiento triunfante en la categoría de más de 87 kilos.
Renée Richards, la primera tenista estadounidense transgénero, se sometió a una operación quirúrgica en 1975 para cambiar de sexo y convertirse en mujer. La Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA) obstaculizó su participación en el Abierto de Estados Unidos, aunque Richards apeló a la Corte Suprema de Nueva York, que falló a su favor en 1977.
También, Caitlyn Jenner, campeona olímpica, se declaró mujer transgénero en 2015. Jenner ganó la medalla de oro en decatlón en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 cuando era Bruce Jenner. Balian Buschbaum, conocido anteriormente como Yvonne Buschbaum, terminó en sexto lugar en salto con pértiga en los Juegos de Sídney 2000. En 2018, el maratón de Boston anunció que todos los corredores trans podían competir en la categoría adecuada a su identidad de género.
El Comité Olímpico Internacional (COI) estableció en noviembre de 2015 que no exige cambios anatómicos quirúrgicos para participar en sus competiciones deportivas, pero sí exige que, en el caso de las mujeres, mantengan niveles de testosterona por debajo de 10 nanomoles por litro durante un periodo de 12 meses. La razón para esta exigencia es evitar que las deportistas profesionales tengan una ventaja injusta frente a sus competidoras, destacó el COI.
Estudios científicos comprueban que las hormonas tienen efecto en el desarrollo de los músculos. El Instituto Karolinska, una institución universitaria médica en Solna, cerca de Estocolmo, Suecia, realizó un estudio en 2019 para evidenciar si las hormonas administradas para el cambio de sexo tienen efecto en la función y el tamaño de los músculos de las personas. La investigación demostró que tras un año de tratamiento y reducción de testosterona, las mujeres trans todavía mantenían ventaja sobre las mujeres biológicas. En el estudio participaron 11 mujeres trans (genéticamente hombres) y 12 hombres trans (genéticamente mujeres).
El estudio también agregó que las diferencias entre el rendimiento de hombres y mujeres, entre un 8% y un 12%, se pueden atribuir a la testosterona. Los hombres pueden tener 30 o más nanomoles por litro de sangre, mientras que la media de una mujer se mueve entre dos y tres.
Janice Turner, columnista de The Times, opina que las atletas trans son injustas con las mujeres, ya que las atletas que nacieron hombres tienen una clara ventaja biológica en relación con el tamaño, la masa muscular y la capacidad respiratoria. Turner estableció que aunque tomar hormonas femeninas reduce la masa muscular y la densidad ósea, siguen existiendo muchas ventajas biológicas, como un esqueleto más grande, un tranco más largo, una mayor capacidad pulmonar y una pelvis más estrecha.
Determinó que está claro que las atletas trans tienen todo el derecho a hacer deporte y a competir. “Es un avance en la sociedad, en la integración y el reconocimiento de personas cuya expresión de género difiere del sexo que se les asignó al nacer”, recalcó.