El amanecer del lunes trajo consigo una nueva ola de incertidumbre para Venezuela, cuando la autoridad electoral del país declaró a Nicolás Maduro como ganador de unas tumultuosas elecciones presidenciales. Con el 80 % de los centros de votación escrutados, se informó que Maduro había obtenido el 51.2 % de los votos, mientras que su principal opositor, Edmundo González, recibió el 44.2 %. Sin embargo, la votación estuvo plagada de irregularidades, y los ciudadanos protestaron enérgicamente contra las acciones del gobierno incluso mientras se anunciaban los resultados.
Las elecciones, vistas como una oportunidad crucial para la oposición de desbancar al partido socialista de Maduro, se convirtieron rápidamente en un escenario de disputa y sospechas. La líder opositora más popular del país, María Corina Machado, calificó de “imposible” el resultado declarado, basándose en la información recopilada por su equipo sobre la participación. “Ganamos y todo el mundo lo sabe”, afirmó Machado en Caracas.
Desde el extranjero, las reacciones no se hicieron esperar. El Secretario de Estado de Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), Antony Blinken, expresó “serias preocupaciones” sobre la legitimidad de los resultados anunciados, sugiriendo que no reflejan la voluntad del pueblo venezolano. En un discurso televisado, Maduro describió su victoria como un “triunfo de la paz y estabilidad” y negó categóricamente las acusaciones de fraude electoral.
El proceso electoral estuvo marcado por numerosas irregularidades. En algunos centros de votación clave, los funcionarios electorales se negaron a entregar los recuentos en papel a los observadores, un mecanismo esencial para verificar el conteo digital. Este fue el caso en la escuela Rafael Napoleón Baute de Petare, en Caracas, donde votan unas 15,000 personas. En Maracaibo, la segunda ciudad más grande de Venezuela, los dirigentes locales también informaron de dificultades para obtener los recuentos en papel, lo que provocó protestas fuera del Colegio Gonzaga.
Durante la jornada electoral, numerosos incidentes alimentaron la desconfianza. En el Liceo Andrés Bello de Caracas, hombres sin identificación bloquearon el acceso al centro de votación. En Maturín, una mujer fue alcanzada por una bala cuando hombres en motocicleta pasaron junto a una fila de votantes. Además, muchos centros de votación abrieron tarde, las máquinas fallaron en varias ocasiones y a algunos testigos oficiales se les impidió el acceso.
Las elecciones se desarrollaron en un contexto de profundo descontento y deseo de cambio. Venezuela, un país rico en petróleo pero devastado por una crisis económica sin precedentes, ha visto emigrar a millones de sus ciudadanos. Edmundo González, un diplomático poco conocido, se convirtió en un símbolo de esperanza para muchos, especialmente después de que María Corina Machado fuera inhabilitada por el gobierno de Maduro para participar en la votación.
El descontento con el gobierno de Maduro se ha ido acumulando a lo largo de sus años en el poder, durante los cuales Venezuela ha experimentado un colapso económico sin precedentes y una de las mayores crisis migratorias del mundo. La promesa de González de restaurar la democracia y traer de vuelta a los venezolanos que han huido del país resonó profundamente entre los votantes.
La comunidad internacional ha observado de cerca estas elecciones, especialmente Washington, que ha impuesto sanciones severas a Venezuela y ha instado repetidamente a Maduro a abandonar el poder. La preocupación por la estabilidad del país y sus recursos petroleros ha sido un tema constante en la política exterior de EE.UU. y otros países.
El presidente de Chile, Gabriel Boric, se mostró escéptico ante los resultados y exigió transparencia en el proceso electoral. Colombia, a través de su canciller Luis Gilberto Murillo, también pidió una verificación y auditoría independiente de los votos. La Unión Europea, representada por Josep Borrell, enfatizó la necesidad de un conteo detallado de los votos y el acceso a las actas de las mesas.
Las elecciones presidenciales en Venezuela han dejado al país en una situación de extrema tensión e incertidumbre. Las acusaciones de fraude, las irregularidades en el proceso electoral y la falta de transparencia han socavado la confianza en los resultados anunciados por la autoridad electoral. La comunidad internacional ha expresado serias dudas sobre la legitimidad de estos resultados y ha pedido una verificación independiente.
Mientras tanto, la oposición, liderada por María Corina Machado y Edmundo González, continúa luchando por la verdad y la justicia en un país que clama por el cambio. Las próximas semanas serán cruciales para determinar el futuro de Venezuela y la posibilidad de una transición hacia una verdadera democracia. “”Todas las actas que el Consejo Nacional Electoral (CNE) transmitió las tenemos, y sabemos que Edmundo González ganó con el 70 % de los votos. Lo que la gente hizo para llegar a votar, y lo que hicimos para una transición pacífica. Todos lo saben. La comunidad internacional, las y los venezolanos aquí y afuera. Las fuerzas armadas. Todos lo saben”, dijo Machado la madrugada de este lunes.