Los nicaragüenses devotos de la virgen María, viven la novena a La Purísima marcada por la entrega y amor a la Iglesia. Cada tarde, los devotos de la Inmaculada Concepción de María, patrona de Nicaragua, se reúnen para rezar y cantarle a la virgen.

En sus plegarias, los devotos piden por los obispos y sacerdotes nicaragüenses, quienes han sufrido en carne propia la persecución en contra de la Iglesia Católica por parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, la pareja que desde 2018 le declaró la guerra a la Iglesia.

Este lunes, fue desterrado a Panamá el sacerdote Floriano Ceferino Vargas, párroco de San Martín de Porres en Nueva Guinea. El religioso fue arrestado la mañana del domingo por agentes policiales y civiles armados que llegaron a sacarlo del templo, al finalizar la misa.

El destierro ocurre cuando los nicaragüenses rezaron el quinto día de la novena a “La Conchita”, la virgen por la cual demuestran su amor y que este 7 de diciembre, se volcarán para la Gritería, antesala del 8 de diciembre, cuando la Iglesia se celebra el dogma de la Inmaculada Concepción de María.

“Estamos rezando por nuestros sacerdotes. Nos estamos encomendando a Dios y a la virgen, ella es la que venció al dragón y estamos seguro que pronto volveremos a ver el amanecer en nuestra amada patria”, dice a Darío Medios Internacional una feligrés de León, al finalizar el rezo en su casa.

La señora, una anciana de 85 años, reza en compañía de sus dos hijas. Desde pequeña, doña Maribel, servía en la Iglesia de su comunidad y dice que su mamá fue quien le enseñó el amor a la virgen y a la Iglesia.

“Es duro lo que estamos viviendo. Nuestra iglesia es perseguida, pero siempre verá el féretro de sus persecutores. Nada es eterno en esta vida, solo el amor de Dios y su palabra”, dice.

Novena a La Purísima, un momento de recogimiento

En la mayoría de las casas, los feligreses han elaborado un altar en honor a la virgen María, para orar por la paz en el mundo y por los migrantes, quienes han salido de sus países en busca de una mejor vida para quienes dejan en Nicaragua.

“En mis rezos, siempre encomiendo a mis tres nietos. Ellos se fueron a otro país en busca de un trabajo y de cumplir sus sueños. La migración afecta a todo el mundo y Dios y la virgen los van a proteger a los migrantes donde quiera que estén”, compartió Gabriela, del departamento de Jinotega.

El altar de Gabriela tiene flores naturales, cultivadas en el pequeño pario de su vivienda. Como decoración tiene una impresión de un camino fangoso, dice que representa el duro caminar de un migrante en busca de sus sueños o del que huye por razones políticas en su tierra natal.

“Que Dios y la virgen protejan a esas personas que arriesgan su vida en caminos polvorientos y desolados que cruzan para lograr sus sueños”, finalizó.