En un intento por fortalecer sus lazos comerciales, la dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua ha anunciado la apertura de la primera ruta marítima comercial entre China y Nicaragua. Este acontecimiento, presentado como un hito histórico por las autoridades nicaragüenses, conecta el Puerto de Tianjín en China con el Puerto de Corinto en Chinandega, Nicaragua. La iniciativa, impulsada bajo el paraguas del reciente Tratado de Libre Comercio entre ambos países, representa un esfuerzo por diversificar las relaciones comerciales internacionales de Nicaragua, en un contexto de creciente presión política y económica por parte de las potencias occidentales.
La ceremonia de inauguración, presidida por altos funcionarios del gobierno nicaragüense y representantes chinos, destacó la salida del primer barco, el “Sunny Fortune”, cargado con equipos destinados a la construcción del Aeropuerto Internacional “Punta Huete”. Este proyecto, gestionado por la empresa china CAMCE Engineering, es visto como un símbolo de la cooperación bilateral bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta promovida por China.
Sin embargo, las expectativas creadas por esta nueva ruta deben ser evaluadas a la luz de la realidad económica y geopolítica actual. Nicaragua, a pesar de sus esfuerzos por estrechar lazos con China, enfrenta desafíos significativos que podrían limitar el impacto económico inmediato de esta iniciativa. Expertos como el economista Marco Aurelio Peña señalan que China no es actualmente un socio comercial de peso para Nicaragua, comparado con Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), principal socio bajo el tratado DR-Cafta. Este tratado continúa dominando el panorama económico del país centroamericano, reflejado en cifras que muestran un intercambio comercial desigual entre Nicaragua y China.
Las cifras revelan que en el primer trimestre del año en curso, las exportaciones de China a Nicaragua alcanzaron los 209.2 millones de dólares, mientras que las importaciones de Nicaragua desde China solo representaron 10.6 millones de dólares. Estos datos subrayan una balanza comercial desfavorable para Nicaragua, similar a la experimentada por otros países latinoamericanos que han intensificado sus relaciones con China en las últimas décadas.
El economista Peña advierte sobre los riesgos de una dependencia desequilibrada en las relaciones comerciales con China, comparando la situación con la experiencia de Costa Rica, donde a pesar de décadas de relaciones comerciales con China, el país aún mantiene una balanza deficitaria. Este análisis sugiere que, aunque la nueva ruta marítima podría fortalecer la infraestructura y el comercio específico de proyectos como el Aeropuerto Internacional “Punta Huete”, es poco probable que tenga un impacto transformador en la economía nacional en el corto plazo.
Además, el contexto internacional agrega complejidad a esta iniciativa. Nicaragua enfrenta sanciones y presiones diplomáticas de parte de países occidentales, incluyendo EE.UU. y la Unión Europea, debido a preocupaciones sobre derechos humanos y democracia. En este sentido, la aproximación de Nicaragua hacia China y otras potencias no occidentales podría interpretarse como un intento de diversificar sus relaciones internacionales y disminuir su dependencia de mercados tradicionales.
Mientras la inauguración de la ruta marítima entre China y Nicaragua representa un paso significativo en los esfuerzos de Nicaragua por ampliar sus horizontes comerciales, las expectativas deben ser moderadas. La verdadera prueba del impacto económico y estratégico de esta iniciativa se verá en los próximos años, dependiendo de cómo se desarrollen las relaciones comerciales bilaterales y la capacidad de Nicaragua para manejar las dinámicas globales y regionales que influyen en su economía y política interna.