En un reciente pronunciamiento, el ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, Denis Moncada, lanzó una contundente denuncia contra Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.), acusando al país norteamericano de financiar campañas desestabilizadoras y de estar detrás de golpes de Estado en diversas naciones soberanas. Este discurso, que se emitió el 19 de agosto de 2024 a través de medios nacionales, se enmarca en la retórica antiimperialista que ha caracterizado al gobierno de Daniel Ortega, especialmente en su oposición a lo que considera una injerencia extranjera en los asuntos internos de Nicaragua.
Moncada focalizó sus críticas en la Fundación Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés), una organización con sede en Washington D.C., que ha sido acusada por varios gobiernos de financiar y apoyar movimientos opositores bajo el pretexto de promover la democracia en el extranjero. El canciller nicaragüense afirmó que la NED es un “brazo intervencionista” del gobierno estadounidense, y que ha sido instrumental en la ejecución de actividades desestabilizadoras en países como China, Rusia, Venezuela, y más recientemente, en Nicaragua.
En su intervención, Moncada recordó que la NED ha estado activa desde la década de 1980, y que fue creada durante la administración de Ronald Reagan. Según el ministro, desde sus inicios, la organización ha interferido en los asuntos internos de múltiples naciones, saboteando gobiernos legítimos y apoyando regímenes que favorecen los intereses de Estados Unidos. Estas acciones, según Moncada, constituyen una violación flagrante de la soberanía de los Estados y de los principios fundamentales del derecho internacional.
Nicaragua como “objetivo” de la NED
El ministro Moncada no solo denunció las actividades de la NED en otros países, sino que también acusó directamente a la fundación de haber jugado un papel crucial en los eventos de abril de 2018 en Nicaragua, cuando el país se vio sacudido por protestas masivas contra el gobierno de Ortega. Moncada afirmó que la NED financió a organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y grupos a los que calificó como “terroristas” con el objetivo de derrocar al gobierno sandinista.
Según el canciller, esta no es la primera vez que Nicaragua es blanco de la intervención de la NED. Recordó la guerra encubierta que la organización apoyó durante los años 80, en el contexto de la Contra, así como su papel en la invasión a Panamá en 1989. Moncada describió estos actos como parte de una estrategia imperialista que busca imponer gobiernos neofascistas y neocoloniales en aquellos países que no se alinean con los intereses de Washington.
El nuevo contexto geopolítico y la resistencia nicaragüense
El discurso de Moncada no se limitó a condenar las acciones del pasado, sino que también situó las acusaciones en el contexto del actual panorama geopolítico. Afirmó que el mundo está en un proceso de transición hacia un orden multipolar, en el que el dominio unipolar de Estados Unidos está siendo desafiado por el surgimiento de nuevas potencias como China y Rusia. Este cambio, según el ministro, ha llevado a EE.UU. a intensificar sus esfuerzos por mantener su hegemonía global a través de la desestabilización de gobiernos independientes.
En este sentido, Moncada mencionó a países como Irán, Venezuela, Cuba, y Corea del Norte como ejemplos de naciones que han resistido las campañas de desestabilización orquestadas por EE.UU. y la NED. El canciller insistió en que Nicaragua seguirá luchando por su soberanía e independencia, resistiendo lo que calificó como “zarpazos de fiera herida” de un imperio que está perdiendo terreno.
Masiva cancelación de oenegés
Paralelamente a las denuncias contra la NED, el régimen sandinista de Nicaragua ha llevado a cabo para comenzar la semana una serie de medidas que, según sus críticos, buscan consolidar aún más el control estatal sobre la sociedad civil. Este lunes 19 de agosto de 2024, el Ministerio del Interior -antes Ministerio de Gobernación- anunció la cancelación de otras 1,500 organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas vinculadas a iglesias evangélicas y católicas, así como a organizaciones sociales, empresariales, agrícolas y educativas.
Este movimiento, que se oficializó a través de un acuerdo ministerial publicado en el Diario Oficial La Gaceta, es el último en una serie de acciones que han llevado a la disolución de más de 5000 oenegés desde 2018. El sandinismo argumenta que estas organizaciones no cumplieron con los requisitos legales de presentación de estados financieros, pero las oenegés afectadas y sus defensores sostienen que la medida es un intento de silenciar a la sociedad civil y de centralizar el poder en manos del Estado.
Además, el Ministerio del Interior introdujo un “nuevo modelo de operatividad” para las oenegés, que obliga a estas organizaciones a presentar sus proyectos y programas al gobierno para su aprobación. Este modelo, según analistas, arrebata a las oenegés la autonomía sobre sus actividades y busca controlar los recursos que reciben, tanto nacionales como internacionales. Para muchos, este es otro paso en la consolidación de un régimen autoritario que no tolera la disidencia ni la crítica.
Implicaciones internacionales y futuras tensiones
Las denuncias de Denis Moncada y las acciones del gobierno nicaragüense contra las oenegés reflejan la creciente tensión entre Nicaragua y Estados Unidos, y más ampliamente, entre Nicaragua y los países occidentales. La postura del gobierno de Ortega, que se presenta como un baluarte de la soberanía y la autodeterminación frente a la injerencia extranjera, resuena con su narrativa histórica, pero también agudiza las tensiones con la comunidad internacional.
El futuro de las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos, así como las repercusiones internas de la masiva cancelación de oenegés, siguen siendo inciertos. Lo que está claro es que el gobierno de Daniel Ortega no muestra signos de retroceder en su enfrentamiento con lo que considera la ofensiva imperialista de Washington, y que continuará tomando medidas drásticas para mantener el control en el frente interno.
Mientras tanto, la comunidad internacional observa con preocupación el deterioro de las libertades civiles en Nicaragua y el impacto que estas políticas puedan tener en la estabilidad de la región. El oficialismo nicaragüense, por su parte, parece decidido a resistir cualquier “intento de intervención”, manteniendo su retórica combativa y sus acciones de control interno.