El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inicia este sábado su segundo mandato de cinco años, enfrentando la expectativa de la población sobre la implementación de medidas que alivien el alto costo de vida y promuevan el empleo. Esto sucede tras una primera administración que logró una notable reducción de la violencia, marcando un antes y después en la historia reciente del país centroamericano.
Durante su primer periodo, Bukele adoptó un enfoque duro contra las pandillas, comparándolas con un “cáncer” que asolaba la nación. Esta estrategia, apoyada por un régimen de excepción que suspendió algunos derechos constitucionales, ha sido polémica. Aunque ha llevado a una significativa disminución de los niveles de violencia, también ha sido duramente criticada por organizaciones de derechos humanos que advierten sobre una crisis humanitaria y el riesgo de perpetuar prácticas abusivas en el sistema penitenciario.
Miguel López, un vendedor de verduras en Santa Tecla, ejemplifica el sentimiento de muchos salvadoreños. “En estos días se ha puesto más caro todo”, comentó a CNN. López se enfrenta a un doble golpe: debe pagar más por sus propios alimentos y, al mismo tiempo, sus clientes compran menos debido a los altos precios. La Oficina Nacional de Estadística y Censos del Ministerio de Economía revela que una familia urbana necesitó, hasta abril de 2024, un promedio de US$ 255.89 para adquirir la canasta básica. Entre enero de 2021 y marzo de 2024, la canasta básica alimentaria urbana aumentó en $55.55 y la rural en $41.33, según el Centro para la Defensa del Consumidor.
Este aumento del costo de vida ha llevado a peticiones para que Bukele establezca el Consejo Nacional del Salario Mínimo y considere un incremento del 25 % del salario mínimo, que actualmente es de $365 mensuales para el sector comercio y servicio, $359 para el sector textil, y $243 para el sector agrícola.
En las elecciones de febrero, Bukele logró una victoria aplastante con más del 85 % de los votos, una señal clara de su popularidad a pesar de las controversias. Su retórica en la campaña se centró en la promesa de un “despegue económico” una vez controladas las pandillas, una meta que muchos salvadoreños esperan se convierta en realidad para contrarrestar el alto costo de vida.
Este sábado, durante la ceremonia de toma de posesión en el Palacio Nacional, Bukele estará acompañado por dignatarios de todo el mundo, subrayando la importancia y el interés internacional en su liderazgo. Entre los asistentes estarán el rey Felipe VI de España, el presidente de Argentina, Javier Milei, y la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, así como otros líderes y representantes de América Latina, Europa, Medio Oriente y Asia.
La llegada de estos líderes internacionales resalta no solo el interés en la figura de Bukele sino también en la estabilidad y el futuro económico de El Salvador. El presidente argentino, Javier Milei, por ejemplo, acudió en su primer viaje oficial a una nación latinoamericana, lo que indica la importancia que asigna a fortalecer las relaciones bilaterales con El Salvador.
La Asamblea Legislativa, controlada mayoritariamente por el partido de Bukele, Nuevas Ideas, ha aprobado recientemente un nuevo procedimiento para reformar la Constitución, lo que podría allanar el camino para cambios significativos, incluyendo la posibilidad de la reelección indefinida. Eduardo Escobar, director ejecutivo de la organización Acción Ciudadana, advierte que “el límite va a ser la imaginación que ellos tengan”, sugiriendo que Bukele podría buscar más mandatos en el futuro.
A pesar de la polémica, Bukele sigue contando con un amplio apoyo popular, que se manifiesta en su habilidad para mantener la mayoría en la Asamblea Legislativa y en su manejo del poder ejecutivo sin oposición significativa. Con el inicio de su segundo mandato, el desafío será equilibrar las expectativas de mejoras económicas con la sostenibilidad de sus políticas de seguridad, mientras se navega por las críticas nacionales e internacionales sobre sus métodos y su visión a largo plazo para el país.