Recuerdo que en varias ocasiones fui a la ciudad de Masaya con una tía que habitualmente viajaba a la metrópoli para comprar trajes folclóricos, los cuales luego rentaba a los padres de familia para sus hijos que participaban en actos culturales organizados por los centros escolares. Para mí, era emocionante llegar a Masaya y escuchar en sus calles, mercados, viviendas, plazas y centro comercial, el sonar de las marimbas; “eran momentos intensamente entusiastas vividos en la Cuna del folclore nicaragüense por su vigor cultural”.

Esa encantadora ciudad de Nicaragua, dotada de tanto arte y cultura y bautizada como “de las flores” por el poeta universal Rubén Darío, celebró su 185 aniversario de haber sido elevada al rango de ciudad. La Alcaldía sandinista festejó esa extraordinaria fecha con un desfile folclórico que recorrió las principales avenidas de la urbe y finalizó en la antigua estación del ferrocarril con un acto partidario de exaltación a la pareja dictatorial.

En aquellos días en que visité Masaya, recorrí su mercado de artesanías, tapicerías de cáñamo y vi preciosos vestidos, objetos espléndidamente tallados y esculpida cerámica. También disfruté presenciar los festivales folclóricos que se realizaban cada jueves por la tarde; “esas visitas permanecen imborrables en mis recuerdos”.

Las fiestas patronales de Masaya en honor a “San Jerónimo” son una mezcla de piedad popular, folclore y cultura que demuestran la fe inalterable del pueblo hacia su Santo Patrono. Sin embargo, el régimen de Ortega-Murillo prohibió la realización de estas conmemoraciones como parte de su campaña de odio y venganza contra la Iglesia Católica.

La característica y animada comunidad de “Monimbó” es un territorio patrimonial de Masaya donde muchos artesanos trabajan y residen. Antes de llegar a la ciudad, se encuentra el Parque Nacional Volcán Masaya, que ofrece una caminata corta sobre un sendero asfaltado, rodeado de rocas de lava solidificada y bosques tropicales, hasta alcanzar el cráter del volcán Santiago. Este lugar tiene 635 metros de altura, 570 metros de ancho y 400 metros de profundidad.

La grieta del cráter está aún activa y su vista es extraordinaria. Es sorprendente observar la presencia de pájaros que, de forma inexplicable, viven dentro del cráter que emite vapor.

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Rotonda de ingreso a Masaya | Fotografía cortesía

Masaya es la única ciudad que realiza festividades religiosas y folclóricas todo el año. Se caracteriza por sus celebraciones callejeras, como el Torovenado, Agüizotes, el baile regional folclórico de las inditas de Monimbó, la danza de negras, el baile de mestizaje, chinegros y negros de mozote, cada uno con sus propios sones. También se destacan el festival de las artes del pueblo, tardeadas culturales, sábados culturales y eventos privados con música en vivo donde participan ampliamente los artistas locales.

Además, se celebran fiestas patronales, festivales de música popular, teatro callejero, solemnidades de Semana Santa, como las Judeas, y conmemoraciones en honor a San Lázaro y la Virgen de la Asunción, así como pastorelas.

En una de mis visitas a Masaya, mientras caminaba por sus calles, me detuve a platicar con un hombre que tocaba con destreza la marimba y me contó que la ciudad cuenta con más de cien sones, entre ellos: El Solar de Monimbó, Los Dos Bolillos, La Danza Negra, El Sapo, El Acuartillado, El Garañón, La Casa de la Suegra, La Tortuga, La Jicarita, y La Concheña.

También me resultaba extraordinario desplazarme por la comunidad indígena de Monimbó, cuna de artesanos e inspiración de cantautores nicaragüenses como Carlos Mejía Godoy, autor de “Vivirás Monimbó”, una canción que infunde arrojo, decoro y resistencia. Ahí se encuentran los talleres de artesanías y las famosas hamacas que fascinan a turistas nacionales y extranjeros.

Además, siempre observaba los talleres de tapicería, artesanía en madera, fibra vegetal, textiles, manualidades, ebanistería y pólvora, entre otros. Mientras conversaba con varios artesanos de Monimbó, repetían con orgullo que conservan su cultura y costumbres heredadas de sus ancestros.

En Monimbó inició la insurrección final contra la dictadura somocista

Mientras leía una nota informativa divulgada por un medio nacional, me enteré de que en Monimbó se inició en 1978 la insurrección final contra la dictadura somocista. Los artesanos monimboseños lanzaron bombas de contacto a los guardias de Somoza desde barricadas construidas por ellos mismos. Los monimboseños no solo son excelentes artesanos, sino también valientes y luchadores incansables por la democracia de Nicaragua.

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Una manifestante en Monimbó, Masaya | Fotografía cortesía

Del mismo modo, una mujer artesana me dijo que Monimbó era considerado un bastión sandinista, aunque luego aseguró categóricamente que ya no lo es, justificando que el régimen de Ortega-Murillo ha ejecutado agresiones desmedidas contra su ciudad, ha hecho correr la sangre de inocentes y persigue, encarcela y exilia a sacerdotes, religiosas y a toda persona que considera opositora.

Sin duda alguna, Masaya y su emblemático barrio indígena de Monimbó no solo son cunas del folclore nacional y de las artesanías. Es un pueblo de hombres y mujeres industriosos, una urbe que ha enriquecido el acervo cultural y patrimonial de Nicaragua. Es también un pueblo valiente y combativo que se enfrentó a la dictadura somocista y ahora a la dictadura de Daniel Ortega, considerada por organismos internacionales de derechos humanos y expertos de Naciones Unidas como cruel y dura. ¡Honor y gloria a la ciudad de Masaya por sus méritos culturales, históricos y su aporte a la libertad de Nicaragua!