En febrero de este año se cumplió un hito significativo para el fútbol nicaragüense: dos años desde que Marco Antonio “el Fantasma” Figueroa asumió el cargo de director técnico de la selección nacional. Con un enfoque inquebrantable en la disciplina y la profesionalización, el entrenador chileno ha revolucionado la forma en que se vive y se juega al fútbol en Nicaragua, llevando al equipo a alturas que antes parecían inalcanzables.
Desde su llegada, Figueroa, conocido por su estilo riguroso y por la exitosa carrera que tuvo como delantero en el fútbol mexicano, se fijó un objetivo ambicioso: clasificar a Nicaragua al Mundial de 2026. “Este es un proceso nuevo con grandes ambiciones y una de ellas es el Mundial 2026”, declaraba el técnico en su presentación oficial. Bajo su liderazgo, la Azul y Blanco ha mantenido un rendimiento sobresaliente, permaneciendo invicta en los torneos de selecciones de la Concacaf durante los últimos dos años.
El éxito de Figueroa no ha sido accidental. Su enfoque ha sido claro desde el inicio: cambiar la mentalidad del jugador nicaragüense y profesionalizar cada aspecto de su vida deportiva. “Una de las cosas más difíciles de lograr que entendieran era que no se subieran a una moto”, relataba en una entrevista reciente con el periodista costarricense José Alberto Montenegro. Para Figueroa, el compromiso con el deporte no termina en el campo; se extiende a todos los aspectos de la vida diaria de sus jugadores.
Esta transformación disciplinaria no se limita a prohibiciones superficiales. Figueroa ha impuesto un código estricto: nada de teléfonos móviles durante las concentraciones, prohibición de cortes de cabello extravagantes y tatuajes excesivos, y un enfoque total en el fútbol. “Me gusta que el jugador se concentre 100 % en el fútbol. No me gustan los cortes de cabello raros, los pelos pintados, tampoco los tatuajes cuando son excesivos”, subrayaba el técnico chileno.
Pero más allá de las reglas visibles, la verdadera revolución de Figueroa radica en la mentalidad que ha inculcado en sus jugadores. Ha hecho comprender a cada miembro del equipo que el fútbol es una profesión que requiere dedicación absoluta, y que los años activos como futbolista son limitados. “Esta profesión es única y dura 15 años, porque después de ese tiempo ya no puedes volver a jugar”, les recuerda constantemente.
Resultados en el campo: invictos y en ascenso
Los resultados de este enfoque disciplinado no han tardado en reflejarse en el campo de juego. Desde que Figueroa asumió la dirección técnica, Nicaragua no ha perdido un solo partido en competiciones oficiales de la Concacaf. El equipo ha ascendido de manera invicta a la Liga A de Naciones de la Concacaf y ha clasificado a la Copa Oro, el torneo más prestigioso de la región. En dos ediciones de la Liga B de Naciones, la Azul y Blanco acumula 10 victorias y dos empates, y ha comenzado las eliminatorias mundialistas con dos triunfos consecutivos.
Este éxito se debe, en gran medida, al estilo de juego que Figueroa ha implantado: un fútbol ofensivo, rápido y basado en la cohesión del grupo sobre las individualidades. “Aquí no es de que terminan de comer y se van unos. No, aquí llegamos todos y nos paramos todos”, explica el técnico, dejando claro que la unidad del equipo es primordial.
La transformación de la selección nicaragüense no hubiera sido posible sin el apoyo de la Federación Nicaragüense de Fútbol, que ha proporcionado mejores condiciones logísticas y de entrenamiento para el equipo. Figueroa reconoce este respaldo como fundamental para el éxito del proyecto: “Lo más importante es que les hemos dado a los jugadores mejores condiciones de concentración, buenos hoteles, buenas comidas, buenos viajes. Ahí radica el apoyo 100 % de la Federación”.
El seleccionador chileno no tiene referentes específicos que hayan influido en su estilo disciplinario; ha aprendido de la experiencia y sigue de cerca a técnicos como José Mourinho, Jürgen Klopp y Pep Guardiola. Sin embargo, la disciplina que ha impuesto en Nicaragua es algo propio, un sello personal que ha marcado la diferencia.
Futuro brillante para la Azul y Blanco
La clasificación al Mundial de 2026 es, sin duda, la gran misión de Marco Antonio Figueroa y su equipo. Con la selección liderando el Grupo D de las eliminatorias tras victorias contundentes sobre Montserrat y Belice, Nicaragua está cada vez más cerca de avanzar a la siguiente ronda y de hacer historia.
El desafío es grande, pero Figueroa y su equipo están preparados para enfrentarlo con la misma disciplina y determinación que los ha llevado hasta aquí, comenta el equipo. La ilusión de ver a Nicaragua en una Copa del Mundo ya no parece un sueño lejano, sino un objetivo tangible, forjado a base de trabajo duro y “compromiso inquebrantable”, en palabras de “el Fantasma”.