San José, Costa Rica — Son las seis de la mañana, y Marcia Carvajal ya está ocupada en su pequeña cocina, lista para recibir a los primeros clientes de su humilde comidería. Ubicada en un modesto barrio de San José, la capital de Costa Rica, este pequeño restaurante ofrece un sabor de hogar para muchos inmigrantes nicaragüenses.
El aroma de los frijoles y el arroz llena el aire mientras Carvajal remueve los ingredientes, creando el amado platillo nicaragüense, gallopinto. Cerca de ella, Carolina, una de sus dedicadas empleadas, da forma a las tortillas que acompañarán al suculento frito de cerdo, servido sobre una cama de ensalada de repollo marinada con limón y sal.
Joaquín, el esposo de Marcia, se asegura de que el quesillo y otros platillos tradicionales estén listos para servir a las decenas de personas que van camino a sus trabajos, ansiosas por un reconfortante sabor de su tierra natal. Este modesto establecimiento, dirigido por una familia que huyó de Nicaragua a finales de 2018, se ha convertido en un refugio culinario para muchos.
Marcia y su familia llegaron a Costa Rica en septiembre de 2018 desde San Pablo, una comunidad en Nueva Guinea, uno de los municipios más productivos de la región autónoma del Caribe sur de Nicaragua. Entre 2008 y 2011, el municipio mostró una eficiencia notable, aumentando las recaudaciones del impuesto sobre bienes inmuebles en un 68 % bajo el gobierno municipal liberal dirigido por Denis Obando.
A través de su comidería, Marcia y Joaquín brindan empleo a cuatro personas y mantienen a sus cuatro hijos. También envían dinero a familiares en Nicaragua que han sufrido bajo la represión del régimen sandinista.
El éxodo
Como cientos de miles de nicaragüenses, Marcia, Joaquín y sus hijos buscaron refugio en San José para escapar de la persecución política. El régimen sandinista ha apuntado a quienes se oponen a sus políticas, vigentes desde 2008.
Las tierras de la familia de Marcia, unas diez manzanas heredadas de sus padres fueron confiscadas por el régimen. Por su activa participación en las protestas antigubernamentales de 2018, la tierra fue redistribuida a unas 20 familias empobrecidas de comunidades lejanas.
Antes de huir, Marcia y Joaquín cultivaban su tierra con granos, tubérculos y criaban ganado, proporcionando alimentos e ingr esos a unas 12 familias de su comunidad. Sin embargo, su vida cambió drásticamente tras el fraude electoral municipal de 2012, que vio al candidato liberal Denis Obando perder ante Rosario Castillo Úbeda del Frente Sandinista.
Después de la disputada elección, el régimen sandinista se movió rápidamente para normalizar las relaciones con la población del municipio. La eficiencia fiscal había sido una característica destacada de la administración liberal, con ingresos no tributarios aumentando en un 24 % durante el mismo período, según informes del Banco Central de Nicaragua.
La controvertida ley de 2013 del régimen, conocida como la Ley 840, otorgó a una empresa china una concesión de 100 años sobre los derechos de la tierra, prometiendo beneficios económicos y desarrollo. En diciembre de 2013, el gerente general del Banco Central, Ovidio Reyes, se reunió con unos 300 residentes de Nueva Guinea, incluida Marcia, para promover la ley y sus supuestos beneficios.
El apoyo al régimen sandinista
Inicialmente, Marcia y sus vecinos eran escépticos, sin comprender completamente el impacto del proyecto del canal. Se mantuvieron vigilantes, recopilando información de las transmisiones de radio y los vecinos que viajaban a la capital. Representantes de Caruna, un banco que gestionaba fondos de la cooperación venezolana comenzó a ofrecer préstamos, que Marcia y otros vieron como una oportunidad de crecimiento.
Para 2014, Marcia estaba involucrada en el Consejo del Poder Ciudadano (CPC) de su comunidad, apoyando proyectos del gobierno local a pesar de sus reservas. Sus dudas crecieron a medida que se revelaba la realidad del proyecto del canal, causando inquietud entre los agricultores locales.
En 2015, el régimen había realizado extensos estudios para la ruta del canal, mientras los movimientos anti-canal ganaban fuerza. Marcia, aunque apoyaba las iniciativas del gobierno local, simpatizaba con las preocupaciones de sus vecinos sobre la expropiación injusta de tierras.
Una amenaza inminente
La transformación de Marcia en activista anti-canal culminó con su participación en numerosas protestas, incluida una marcha masiva el 10 de junio de 2017. A pesar de la incredulidad inicial de que el gobierno pudiera quitarles sus tierras, la realidad pronto se hizo evidente.
Después de asistir a una protesta el 28 abril de 2018, Marcia y Joaquín regresaron a casa para encontrar su tierra ocupada por ocho familias bajo órdenes del secretario político del municipio. Hombres armados, desconocidos en la comunidad, protegían a los nuevos ocupantes, destruyendo cultivos y ganado.
A medida que la crisis política se intensificaba en abril de 2018, con protestas generalizadas contra la violencia gubernamental y las reformas económicas, Marcia y Joaquín enfrentaron amenazas directas. El 10 de junio, un hombre armado les advirtió que abandonaran su tierra o enfrentarían graves consecuencias. Temiendo por sus vidas, recogieron lo que pudieron y huyeron a Costa Rica.
Un nuevo camino
Ahora, en San José, Marcia y Joaquín reconstruyen sus vidas, preservando su herencia culinaria y proporcionando un sentido de comunidad para otros refugiados nicaragüenses. A pesar de los desafíos, su modesto establecimiento es un punto de encuentro de sueños y esperanzas que a través de los sabores permite a los comensales trasladarse a Nicaragua.
Si bien Marcia espera regresar a su comunidad en algún momento, nos ofrece un testimonio de resiliencia y esperanza para construir un futuro mejor. Dice que, al regresar a Nicaragua, a sus tierras, no está interesada en desalojar a las familias que tomaron sus parcelas.
En sus palabras expone que “ellos no tienen la culpa de que el régimen les haya entregado unas tierras que no les pertenecían, pero no significa que esas familias no tengan la necesidad de sobrevivencia. Pero cuando regresemos a mi tierra, ellos podrán seguir ocupándolas, y en conjunto podremos seguir trabajándolas, sumando las experiencias que hemos vivido en este pesado viaje. La mejor forma de vencer al régimen es cuidando a los nuestros, a nuestros querido pueblo”.