Nació sin brazos y pies, pero eso no le impide disfrutar de la vida, ni hacer lo que cualquier mujer o madre nicaragüense puede realizar para ganarse la vida de manera honrada.

En realidad lo que la molestaba era que no tenía cédula de identidad, pero con el tiempo pudo conseguir documento y ya se siente ciudadana de Nicaragua.

He aquí el relato de una mujer luchadora que nunca se dejó vencer por el desánimo debido a su condición física:

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Los impedimentos están en tu mente

En la comunidad de El Naranjo, ubicada sobre la carretera El Guayacán-Jinotega, a unos 18 kilómetros de Matagalpa, vive con su marido y sus padres, Ivania del Socorro Rodríguez Zelaya, quien solo tiene los muñones en los brazos y piernas, pero escribe, palmea tortillas, cría gallinas y hace todas las tareas del hogar, demostrando que su incapacidad es física, no de espíritu.

Historia de una madre guerrera

“Cuando nací no tenía brazos ni piernas, mi mamá me ayudaba. Poco a poco fui creciendo y aprendiendo las cosas de la casa, me tocó ir a la escuela y mi mamá me llevaba, pero yo no me dejaba, me ponía a la par de los demás muchachos y escribía mejor que ellos y me preguntaban cómo hacía y yo les decía que ‘utilizando mis manos y el lápiz’, pero también los muchachos me ayudaban en la materia de matemática, me querían mucho”, recuerda.

Sin ayuda de nadie, Ivania mantiene limpia su casa y cuida de su niño de tres años de edad, a quien baña y viste, aunque en algunas ocasiones ayudada por su mamá; cocina y palmea tortillas con el apoyo de su papá, pero además prepara el café, lava su ropa, cuida las gallinas y le da de comer a un cerdito.

Al preguntarle sobre su primer y único amor, esboza una risa de oreja a oreja y dice: “la culpable es esa carretera, porque ahí venía él a ver a sus tías. Comenzamos platicando cuando mi mamá no estaba y de esas pláticas nació el niño. Él está conmigo”, relata.

Francisca Zelaya, mamá de Ivania, agradeció al doctor Navarro y a las personas que apoyan a su hija.

Sin duda, su historia es única, porque está llena de valor y perseverancia, cualidades que identifican a los verdaderos guerreros en esta tierra.

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Al igual que Ivania, en Nicaragua sobran los ejemplos de personas como ella, que pese a las discapacidades físicas, se mantienen optimistas y se esfuerzan por salir adelante.