Es bueno recordar aquellos tiempos en los que las madres, abuelitas, tías, hermanas e incluso los padres contaban historias a los niños para llevarlos a la cama, mientras los chicos se deleitaban escuchando las fábulas hasta quedarse dormidos. En esos años, los niños escucharon cuentos como el del “patito feo”, Caperucita roja, la gallina de los huevos de oro, el monstruo del lago, el zorro inteligente, los tres cerditos, Pinocho, entre otros. Los familiares narraban estas fábulas a los pequeños sin imaginar que estaban contribuyendo al desarrollo de su personalidad, lo hacían para hacer más placentero el sueño de los niños.

También recuerdo las interesantes disertaciones de mis antiguos profesores que repetían en sus ilustraciones científicas y didácticas que, mediante las historias cortas, se estimula una educación en valores. “Con la lectura se fomentan otros conocimientos importantes para el aprendizaje, como la atención, memoria, capacidad visual y comprensión”, expresaba la destacada profesora de preescolar.

Las historias ayudan al enriquecimiento del vocabulario y la escritura. La docente aseguró que las leyendas optimizan el conocimiento y la riqueza del vocabulario, y ayudan a motivar a los niños en la escritura de sus propias historias, su pensamiento crítico, competitividad, además de vigorizar la imaginación y creatividad. Sugirió la profesora, con voz suave y precisa, que la narración de invenciones a los niños y niñas permite en ellos el progreso de la imaginación, la cual pueden utilizar en sus dibujos, conversaciones con amigos y solucionar diferentes problemas de la cotidianidad.

“La lectura de historias amplía el pensamiento flexible de la niñez y permite aplicar varios caminos u opciones para resolver dificultades de lectoescritura”, sostuvo la educadora de generaciones. Del mismo modo, la lectura es una buena oportunidad para desarrollar en los niños el autoconocimiento de sus emociones, inclinaciones y deseos a través de las vivencias de los personajes. “Cuando leemos, podemos penetrar no solo en la invención narrativa, sino en la historia personal de cada personaje, en sus pensamientos, recelos, deseos, frustraciones, conmociones. Esto beneficia el desarrollo de la empatía de la niñez hacia las otras personas y su capacidad de ponerse en el lugar del otro”, reveló.

Además, fortalecen las relaciones de amistad y el círculo social. Añadió que cuando la lectura es compartida por los compañeros, ayuda a fortalecer las relaciones de amistad y ampliar el círculo social, porque cuando se lee como un entretenimiento y no como un “deber”, puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad que causa la rutina.

La psicología infantil plantea que mediante el relato de historias a los pequeños en su infancia se logran un cúmulo de beneficios para su desarrollo: valores, enseñanzas y mensajes explicativos dentro de ellos. Además, conocen sobre la amabilidad, amor, honestidad y otras virtudes. Es posible que estos mensajes permanezcan en ellos durante su crecimiento y hasta llegar a su edad adulta, inclusive enseñar sus derechos y deberes de una forma entretenida y dinámica.

Sostienen los psicólogos que las leyendas ayudan a los niños y niñas a mejorar sus habilidades de escucha y concentración, volviéndose más atentos y aprendiendo a orientarse en temas determinados. Adicionan que cuando se narran cuentos a los chicos, pueden imaginar los paisajes, personajes, la trama e incluso emociones, poniendo su imaginación a brotar en su máximo potencial, lo que hace que examinen su creatividad y conozcan más sobre sí mismos.

“Cuando se relatan historias a los pequeños, se logra optimizar sus habilidades para comunicarse con los demás. No solo les ayuda a conocer nuevas frases y asociar tonos de voz con sentimientos y argumentos, sino que también pueden desplegar una conversación sobre la historia para compartir ideas y sentimientos”, subrayan los expertos. Asimismo, es un excelente modo de trabajar su memoria; una vez que termina la historia, los niños y niñas recuerdan cualquier detalle de las historias.

Finalmente, los especialistas afirman que los procesos de enseñanza-aprendizaje de la lectura y la escritura son factores fundamentales en el desarrollo intelectual, social y personal del ser humano.