Los líderes mundiales se reúnen este martes en las negociaciones climáticas anuales de Naciones Unidas en Bakú, la capital de Azerbaiyán, aunque los grandes nombres y los países poderosos están ausentes, a diferencia de conversaciones sobre el clima anteriores, que tenían el nivel de un Mundial de fútbol.

En la COP29 de 2024 faltan nombres reconocibles pero abundan los “nerds” y la estrategia. Los dirigentes de los 13 países que más dióxido de carbono lanzan a la atmósfera no acudirán a la cumbre, aunque en 2023 fueron los responsables de más del 70 % de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los mayores contaminadores y las economías más fuertes, China y Estados Unidos, no enviarán a sus máximos responsables. Los líderes de las cuatro naciones más pobladas, que suman más del 42 % de la población mundial, no hablarán en la conferencia.

“Es sintomático de la falta de voluntad política para actuar. No hay sentido de urgencia”, dijo el climatólogo Bill Hare, director general de Climate Analytics. Según él, esto explica “el absoluto desastre en el que nos encontramos”.

El negociador principal de la COP29, Yalchin Rafiyev, resaltó en una conferencia de prensa el martes que “el éxito no depende de un solo país”.

“A menos que todos los países reduzcan drásticamente sus emisiones, todos los países y los hogares se verán más afectados que en la actualidad. Viviremos en una pesadilla”, apuntó.

El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev; el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, y el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, serán los principales oradores del martes entre los casi 50 líderes que tienen previsto intervenir.

Pero se espera una fuerte presencia de los funcionarios de algunas de las naciones más vulnerables al clima del mundo. Varios presidentes de pequeños países insulares y de más de una docena de naciones de África subirán al estrado durante los dos días de la Cumbre de Líderes Mundiales de la COP29.

Como muestra de cómo bajó el listón de las celebridades, este martes por la mañana fotógrafos y cámaras de video corrían junto a un líder que recorría los pasillos del recinto. Era el ministro de gestión de emergencias del país anfitrión.

Representantes de la ONU restaron importancia a las ausencias e indicaron que todas las naciones están representadas y participan activamente en las conversaciones.

Hay un problema logístico, que es que la próxima semana los líderes de los países más poderosos deben estar al otro lado del mundo, en Brasil, para la cumbre del G20. Además, las recientes elecciones en Estados Unidos, el colapso del gobierno en Alemania, los desastres naturales y las enfermedades han impedido que algunos líderes se desplacen a Bakú.

El principal objetivo de las negociaciones es la financiación climática, es decir, que las naciones más ricas intenten ayudar a las que tienen menos recursos a financiar la transición de sus economías lejos de los combustibles fósiles, a afrontar los daños que causará el cambio climático en el futuro y a compensar los daños de los fenómenos climáticos extremos.

Las naciones están negociando sobre enormes cantidades de dinero, desde 100.000 millones de dólares al año hasta 1,3 miles de millones de dólares anuales.