El miércoles 19 de abril de 2023, Anner Herrera, entonces un adolescente de 16 años de edad, fue detenido en una calle de Jinotega por portar una camiseta alusiva al quinto aniversario de la Rebelión de Abril de 2018 en Nicaragua. Esta prenda, símbolo de resistencia y memoria, lo convirtió en blanco de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Lo que siguió fue una serie de abusos y violaciones a sus derechos humanos que culminaron en 505 días de encierro injusto, una condena basada en pruebas fabricadas y, finalmente, su destierro a Guatemala junto a otros 134 presos políticos.

Una acusación sin fundamentos y un juicio viciado

Menos de un mes después de su captura, Anner fue llevado a juicio bajo cargos de “traición a la patria, ciberdelitos y menoscabo a la integridad nacional”. A pesar de tener solo 16 años, el régimen alteró su edad para justificar una condena severa. Durante el proceso, se presentaron pruebas falsas, incluidas publicaciones de una cuenta de Facebook que no le pertenecía, y se le negó el derecho a una defensa justa. “Me alteraron la edad, mostraron pruebas falsas y me declararon culpable”, recuerda Anner con impotencia.

La detención inicial de Anner fue consecuencia de una denuncia presentada por personas en la calle que lo fotografiaron con la camiseta conmemorativa. En cuestión de minutos, patrullas y motos policiales lo rodearon, y fue trasladado a la estación de Jinotega, donde comenzó su calvario.

Maltratos en prisión y medidas cautelares de la CIDH

Durante su detención, Anner fue sometido a torturas psicológicas y físicas. Denuncia que fue obligado a desnudarse y a realizar ejercicios humillantes en presencia de oficiales, todo mientras era interrogado por altos mandos de la policía, incluido el entonces director de la Dirección de Auxilio Judicial, Luis Pérez Olivas. Además, Anner tenía problemas de visión desde pequeño y dependía de lentes oscuros, los cuales le fueron negados durante su encarcelamiento. Las luces permanecían encendidas las 24 horas del día, lo que agravaba su condición y le causaba un dolor constante en la vista.

En agosto de 2024, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a Anner y otros dos presos políticos, reconociendo las condiciones inadecuadas de detención y la falta de atención médica adecuada. “Enfrentan hechos de violencia tales como golpizas, malos tratos e intimidaciones por parte de agentes penitenciarios”, señaló la resolución de la CIDH.

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Nicaragüense desterrado a Guatemala el jueves 05 de septiembre de 2024 muestra su pasaporte | Fotografía de EFE

La esperanza de libertad y un futuro incierto

El miércoles 04 de septiembre de 2024, Anner y otros presos fueron finalmente informados de que serían liberados y trasladados a Guatemala, una noticia que recibió con sentimientos encontrados. Aunque la libertad era un anhelo constante durante su encierro, la separación de su tierra natal y de su familia fue dolorosa. “Sentí felicidad porque iba a volver a la libertad después de tanto tiempo detenido”, contó Anner, quien no pudo despedirse de su madre durante su encierro debido al riesgo de persecución que ello conllevaba.

Una vez en Guatemala, Anner se comunicó con su madre, con quien compartió lágrimas de alegría tras tanto sufrimiento. “Lo primero que me dijo es que no lo podía creer, que no podía creer que estuviera libre”, rememora emocionado.

A pesar de la incertidumbre, Anner mantiene viva la esperanza de un futuro mejor. Planea viajar a Estados Unidos para reunirse con familiares y continuar sus estudios, con el deseo de convertirse en abogado y luchar por los derechos humanos en su país. Sin embargo, reconoce que el camino no será fácil y que aún enfrenta desafíos significativos para retomar su vida.

Un llamado a la juventud y un recordatorio de resistencia

A sus 18 años, Anner Herrera se convierte en una voz de advertencia y esperanza para la juventud nicaragüense. Su historia no solo refleja la brutalidad del régimen, sino también la resiliencia y la convicción de aquellos que, como él, creen en un futuro libre para Nicaragua. “Quiero que miren todos los jóvenes lo que hacen con los adolescentes como yo, que no respetan a nadie, ni respetan los derechos humanos”, afirma Anner con determinación.

Anner envía un mensaje a los familiares de los más de 30 presos políticos que aún permanecen en las cárceles del país: “Sean fuertes, porque así como nosotros salimos de esto, ellos también lo van a lograr”. Su testimonio es un recordatorio del poder de la resistencia pacífica y del anhelo inquebrantable de libertad que vive en el corazón de los nicaragüenses.