La tensión en Venezuela alcanza su punto máximo con las elecciones del próximo domingo, en las que la oposición podría desbancar a Nicolás Maduro tras 25 años de chavismo. Esta situación ha generado gran preocupación entre los líderes de la izquierda latinoamericana, tanto aquellos que en algún momento apoyaron a Maduro como aquellos que no. Entre ellos se encuentran figuras destacadas como Lula Da Silva, Gabriel Boric, Gustavo Petro y Alberto Fernández.

El presidente de Brasil, Lula Da Silva, ha sido el más enfático al expresar su preocupación, especialmente después de que Maduro mencionara en un video, supuestamente difundido sin su consentimiento, que una victoria del candidato opositor, Edmundo González, podría derivar en “un baño de sangre” o “una guerra civil fratricida”. Aunque es difícil discernir si se trata de un exceso retórico, común en el chavismo, o de una amenaza con contenido real, la declaración ha causado alarma.

En Colombia, las declaraciones de Maduro no han pasado desapercibidas. El presidente Gustavo Petro, consciente de los lazos históricos entre ambos países, mantiene una actitud prudente. Fuentes cercanas a su entorno mencionan que Petro tiene la intención de enviar a Caracas a su canciller, Luis Gilberto Murillo, durante el fin de semana, similar a la acción de Lula al enviar a su asesor de Asuntos Internacionales, Celso Amorim. Sin embargo, esta medida aún no se ha hecho pública debido a la extrema sensibilidad de sus homólogos venezolanos respecto a la intervención en sus asuntos internos.

Además, el Gobierno colombiano ha manejado con discreción un proyecto de referéndum paralelo a las elecciones, elaborado por su embajador Milton Rengifo, en el que tanto la oposición como el Gobierno se comprometerían a aceptar los resultados y establecer una hoja de ruta en caso de transición. Este proyecto, que cuenta con la aprobación de Brasil, permanece en espera hasta después del 28 de julio, cuando muchos creen que comenzará a determinarse verdaderamente el futuro de Venezuela.

Petro ha reiterado en varias ocasiones la necesidad de que Venezuela regrese a una “democracia liberal”. En conversaciones privadas con Maduro en el Palacio de Miraflores, Petro ha dejado claro que tanto él como Lula están dispuestos a apoyar al Gobierno venezolano y presionar para el levantamiento de las sanciones de Estados Unidos y Europa, siempre y cuando Maduro cese el hostigamiento a los opositores y celebre unas elecciones libres y justas. Petro también ha criticado la decisión de los tribunales venezolanos, controlados por el chavismo, de inhabilitar como candidata a María Corina Machado, la líder de la oposición, quien posteriormente cedió su candidatura a Edmundo González.

Edmundo Venezuela
La izquierda latinoamericana en vilo ante las elecciones en Venezuela, mientras el chavismo se muestra confiado 2

Lula Da Silva, por su parte, ha sido claro al señalar que “Maduro tiene que aprender, cuando ganas, te quedas; cuando pierdes, te vas”. Este mensaje subraya la necesidad de un proceso electoral respetado por todos. Alberto Fernández, expresidente argentino, también ha instado a Maduro a aceptar una posible derrota, destacando la importancia de una elección transparente y la recuperación de la convivencia democrática en Venezuela.

En respuesta, Maduro ha minimizado las preocupaciones de Lula, argumentando que su declaración fue solo una reflexión. Según fuentes internas, el chavismo cree que con una participación baja, tiene serias posibilidades de victoria, aunque los sondeos más fiables otorgan a la oposición una victoria holgada. En este contexto, las declaraciones de Maduro podrían ser un intento de desmovilizar a los sectores que abogan por un cambio.

El domingo será crucial no solo para Venezuela, sino para toda la región. Los líderes de la izquierda latinoamericana estarán atentos a los acontecimientos, esperando que se respete el proceso democrático y que, independientemente del resultado, prevalezca la paz.

En este marco de tensión, el despacho de Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente y diputado de la Asamblea Nacional, presenta una imagen curiosa con una bandera de Venezuela y una silla gamer del personaje Ironman. Maduro Guerra, quien también es encargado de asuntos religiosos del PSUV, ha tenido un rol activo en las negociaciones con la oposición y se muestra a favor del diálogo con la Casa Blanca, aunque acusa a Estados Unidos de no cumplir sus promesas.

Maduro Guerra, quien se distancia de la imagen clásica del chavista, ha expresado confianza en la victoria del chavismo en las elecciones del 28 de julio, destacando el entusiasmo en las calles y un nuevo mecanismo de medición de encuestas que predice una victoria holgada para el oficialismo. Además, enfatiza la necesidad de paz y consenso, independientemente del resultado electoral.