El capitán de la Policía, Armando Pérez, jefe de la delegación del municipio de Quezalguaque, en el departamento de León, desertó y presuntamente huyó a México, según informó el periodista Miguel Mendoza en su cuenta de X. Según Mendoza, los suboficiales Yuisman Chávez, Lesther Jaénz y Miguel Uriarte, de la misma delegación departamental, se encuentran encarcelados por solicitar su baja. Mendoza agregó que la mayoría de los policías aparentemente no soportan los maltratos degradantes y autoritarios del comisionado Fidel Domínguez.
Domínguez, leal a la pareja dictatorial, fue nombrado jefe policial del departamento de León en agosto de 2018 y, desde entonces, ha sido acusado por activistas opositores y organismos de derechos humanos, entre ellos el inhabilitado Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), de ser el brazo represivo de la dictadura en el departamento y de sembrar el pánico entre opositores y la ciudadanía.
En mayo pasado, la dictadura de Daniel Ortega destituyó al comisionado Fidel Domínguez; sin embargo, este sigue dando órdenes, a pesar de que la comisionada Juna Rafaela Membreño Rodríguez fue ascendida a jefa policial de ese departamento de León, aunque no relevó a Domínguez.
Recientemente, Fidel Domínguez ha participado en operativos contra opositores en la ciudad de León y se le ha visto encabezando actividades partidarias del régimen.
Régimen Ortega-Murillo castiga con cárcel a policías desertores y rebeldes
La Asamblea Nacional de Nicaragua, bajo el control del régimen sandinista, aprobó en julio de 2023, con carácter de urgencia, enmiendas a la Constitución Política y a la Ley de la Policía Nacional, eliminando la naturaleza “profesional, apolítica, apartidista, obediente y no deliberante” de la institución. Además, subordina a la Policía Nacional al autócrata Daniel Ortega.
Los legisladores afines al régimen Ortega-Murillo también modificaron la Ley de Organización, Funciones, Carrera y Régimen Especial de Seguridad Social de la Policía sandinista, incluyendo tres nuevos artículos para sancionar con penas de cárcel a los oficiales desertores y rebeldes.
La normativa modificada establece que “el personal policial que abandone el servicio, lo que se considera deserción, incurriendo en un perjuicio grave a la seguridad ciudadana, será sancionado con una pena de dos a tres años de prisión”.
En relación con el incumplimiento de deberes, establece que “el personal policial que sin causa justificada desobedezca las órdenes de sus superiores, en perjuicio de la seguridad ciudadana, será sancionado con una pena de seis meses a dos años de prisión”.
Policías obligados a cumplir órdenes de la pareja dictatorial
Por su parte, el analista nicaragüense en temas de seguridad y defensa, Javier Meléndez, expresó a medios de comunicación internacionales que las reformas a la ley y funciones de la Policía sandinista evidencian que al menos hay ansiedad en este aparato represivo. “Sin dudas, el régimen y sus operadores han medido que en la tropa y buena parte de la oficialidad hay hartazgo de ser usados para reprimir al pueblo”, aseveró.
Igualmente, un jurista en el exilio, bajo condición de anonimato, afirmó que las reformas a la Ley de la Policía esconden una realidad alarmante y triste: los policías están obligados a cumplir las órdenes de los autócratas.
El jurista también señaló que las reformas representan un grave retroceso para la democracia de Nicaragua y que la eliminación del carácter apolítico y no deliberante de la Policía genera preocupación en las filas policiales y en la población.
Añadió que el régimen es consciente de la creciente antipatía y el éxodo de oficiales desde la rebelión del pueblo en abril de 2018, y por ello estableció penas de prisión para quienes decidan abandonar sus puestos. La medida de la pareja dictatorial empeora la situación interna de la Policía, además de coartar la libertad individual de los miembros de la institución y proyectar más represión y absolutismo. Además, Daniel Ortega y Rosario Murillo han ordenado purgas en los altos mandos de la Policía sandinista para allanar el camino hacia la instauración dinástica del orteguismo.