Nuevamente, el régimen de Nicaragua ha prohibido las procesiones, rezos públicos y demandas rurales de la imagen de Santiago Apóstol, patrono del municipio de Nagarote. Sin embargo, las conmemoraciones religiosas se realizan en el interior y en el atrio del templo católico de la ciudad. Los cultos en honor al santo comienzan en julio y finalizan el 28 del mismo mes, siendo el 25 de julio el día central de las celebraciones.
Ese día, el obispo de León, monseñor René Sándigo, llega a la iglesia para celebrar una misa dentro del templo. Antes de 2018, cientos de devotos llenaban el templo y sus alrededores para presenciar la salida del patrono montado en un caballo, recorriendo al menos 25 cuadras de la localidad.
Según historiadores de Nagarote que prefieren permanecer en el anonimato, en 1781 surgió la actividad conocida como “la demanda de Santiaguito”, que consistía en la visita de la imagen a todas las comunidades rurales. La vela de la efigie se llevaba a cabo en fincas, casas y caseríos, donde la imagen permanecía varias horas. Durante este tiempo, los devotos realizaban rezos, repiques de pólvora, repartían comida, chicha, golosinas y ofrecían plegarias por favores recibidos. Los historiadores también señalaron que esta demanda era una forma de vivificar la fe en Jesús y recoger ofrendas, durando cuarenta y cinco días con conmemoraciones día y noche.
Régimen sigue restringiendo conmemoraciones religiosas de los católicos
Desde la rebelión de abril, cuando el pueblo salió a las calles a pedir a Daniel Ortega y Rosario Murillo que abandonaran el poder, la dictadura ha intensificado su campaña de odio contra la Iglesia Católica, ordenando a la Policía sandinista impedir las procesiones y novenarios públicos en las emblemáticas fiestas religiosas de Nicaragua, incluyendo las de Santiago Apóstol de Nagarote.
“Santiaguito venía a nuestra comunidad de Ojo de Agua, todos lo recibíamos con devoción y fervor católico, pidiéndole salud, buenas cosechas y lluvia,” relató una fiel bajo condición de anonimato. También, la imagen del santo recorría las calles de la ciudad con mucho colorido, y en cada barrio, los devotos engalanaban las calles con creatividad y entusiasmo.
“Desde que la dictadura impidió las procesiones y rezos en las avenidas del Santo, la feligresía llena la Iglesia Santiago Apóstol como una forma de protesta y para expresar al régimen que no podrán con la fe del pueblo,” afirmaron feligreses nagaroteños.
Dos devotas, de entre 30 y 40 años y activas en su iglesia, consultadas por Darío Medios Internacional sobre las restricciones del régimen, afirmaron que Daniel Ortega y Rosario Murillo pretenden destruir la Iglesia Católica. Sin embargo, sus intentos han fracasado, pues han unido al pueblo católico en torno a su libertad de culto.
Gobierno local derrocha recursos para mantener narrativa falsa de normalidad en el país
Mientras tanto, el gobierno local, presidido por el alcalde sandinista Juan Gabriel Hernández, destina fondos para realizar festivales con comparsas de otros municipios y corridas de toros, derrochando recursos del tesoro municipal para mantener la narrativa de que en Nicaragua “todo está normal”, denunciaron tres fieles bajo condición de anonimato por temor a represalias.
Añadieron que la alcaldía de Nagarote, bajo control del régimen, alquila lotes a comerciantes afines al partido para vender licor y comidas. También organiza desfiles hípicos saturados de cervezas y otros licores, resultando en despilfarro de recursos y decenas de personas ebrias en la ciudad.
Además, señalaron que el ayuntamiento impulsa actividades culturales, fiestas bailables en la cancha municipal, donde se rinde culto a la pareja dictatorial, y encuentros de alcaldes sandinistas y operadores municipales, departamentales y nacionales del “Carmen”, quienes consumen alimentos, cervezas y quesillos a cortesía de la municipalidad, con recursos provenientes de los impuestos que paga el pueblo.
Nuestros informantes concluyeron que en estos encuentros de servidores del régimen es notoria la repetición de consignas a favor de la pareja de autócratas y la narrativa del “buen gobierno”.