Horacio Sebastián Rocha López nació el 2 de febrero de 1958, en Diriamba, Carazo, Nicaragua. Más allá de su nacimiento, es hoy una ficha importante en la vida de Daniel Ortega, es casi como su brazo derecho, su muro de contención contra los desmanes de Rosario Murillo ahora entronizada en el poder.

Su historia es una caja de Pandora:

Rocha fue futbolista, estudió Economía y tiene una maestría en Administración de Empresas. Fue guerrillero del FSLN en el Frente Interno en 1979 y entrenado en Cuba en 1980.

Además trabajó en el Ministerio del Interior, en Seguridad Personal, donde lo asignaron como escolta de Daniel Ortega. Con el cambio de gobierno en 1990, fue trasladado a la Policía Nacional, donde tuvo distintos cargos, entre ellos jefe de Seguridad Personal.

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Asimismo, fue ascendido a subdirector en 2005 y enviado a retiro en 2014 por órdenes directas de Rosario Rosario, con quien al parecer existen fricciones en su relación, según expresó una fuente anónima a Darío Medios.

El 1 de diciembre de 2015, fue nombrado cónsul general de Nicaragua en Corea del Sur. El mismo día, su esposa –Ana Isabel Argüello Yrigoyen– fue nombrada embajadora de Nicaragua en el mismo país. Menos de cuatro meses y medio después, en abril de 2016, ambos nombramientos fueron cancelados, Rocha desapareció de la esfera pública hasta su regreso el 11 de noviembre de 2022.

Horacio Rocha, de 65 años, es calificado como un conspirador leal a Ortega, acostumbrado a manejar la información provista por los escoltas de los líderes políticos en el poder, porque, en su paso por la Policía, fue jefe de la Dirección de Seguridad Personal, y se desempeñó como escolta de Ortega y jefe de seguridad personal del expresidente liberal Arnoldo Alemán, a quien además protegía por órdenes de Ortega como parte de la estrategia que el FSLN usó para retornar al poder.

Rocha le salvó la vida a Alemán y es experto en espionae, montaje y vigilancia, y desde que salió del retiro tiene una misión: purgar las instituciones del Estado hasta que no quede nadie que pueda traicionar a Ortega.

“Rocha, la última ficha de Daniel Ortega”

“Rosario Murillo y Daniel Ortega están juntos pero no revueltos”, afirmó una fuente anónima a Darío Medios. Prueba de ello es el resurgimiento y nombramiento de Horacio Rocha como Ministro, quien representaría el brazo derecho de Ortega como lo fue Antonio Lacayo para la ex presidenta Violeta Chamorro, y sería esa la razón por la que Ortega estaría empleando a Rocha como su salvavidas ante la embestida de Murillo desde el poder.

De acuerdo a nuestra fuente, quien negoció la liberación de los 222 desterrados hacia USA en febrero pasado, fue Murillo y Laureano, hijo de ambos; este último, según expertos en política sería el sucesor de la dinastía Sandinista y aliado directo de su madre.

Para algunos críticos el control descabellado de Murillo en la actualidad habría dado muerte política al Comandante, incluso los mismos sandinistas de antaño reflexionan y dicen que Ortega era como la última Coca-Cola en el desierto para ellos, y que Murillo se la tomó.

En la actualidad existe una total incertidumbre en todo el aparato judicial pues nadie sabe qué “delito” pueda haber cometido, ni qué se espera de Murillo y sus compinches de ahora en adelante. Lo que queda claro es que entre mayor ha sido la lealtad, mayor es el desconcierto y la inseguridad. Ni siquiera el nuevo magistrado y presidente en funciones está seguro en su puesto.

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El 23 de octubre, Horacio Rocha llegó a la Corte Suprema de Justicia y ordenó el despido del director de Informática, Martín García, y del secretario general administrativo, Berman Martínez, quien un mes antes había sido destituido de su cargo político, como secretario de organización del FSLN. A la fecha, la barrida en el Poder Judicial se ha extendido a todo el país, sumando más de 300 despidos de todos los niveles.

En resumen, la necesidad de Murillo de tener el control y del poder es insaciable y por esa razón es muy seguro que las purgas van a continuar en otras instituciones del Estado, o bien que Ortega y Murillo entren en una disputa que los lleve a deteriorar más su relación y por ende, todo esto repercuta en el presente y futuro de Nicaragua.