Un hombre francés de 71 años reconoció el martes ante un tribunal que drogó a su entonces esposa e invitó a docenas de hombres a violarla durante casi una década, además de forzarla sexualmente. Pidió perdón tanto a la mujer como a los tres hijos de la pareja.
“Hoy afirmo que, junto con los otros hombres aquí presentes, soy un violador”, dijo Dominique Pélicot al tribunal. “Ellos lo sabían todo. No pueden decir lo contrario”.
El testimonio de Dominique Pélicot es el momento más importante hasta el ahora en un juicio que ha conmocionado al país y ha despertado una nueva concienciación sobre la violencia sexual. Muchos esperan además que su declaración arroje algo de luz para tratar de comprender lo ocurrido.
Aunque ya había confesado su culpabilidad ante los investigadores, el testimonio ante la corte será crucial para que los magistrados decidan la suerte de los otros 50 hombres que están siendo juzgados. Muchos niegan haber violado a Gisèle Pélicot y sostienen que fueron manipulados por su entonces marido o que creyeron que ella daba su consentimiento.
Gisèle Pélicot se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia sexual en Francia por renunciar al anonimato, permitir que el juicio sea público y comparecer ante la prensa. Está previsto que intervenga ante el tribunal tras el testimonio de su exmarido el martes.
La legislación francesa impide grabar y fotografiar el proceso dentro de la sala. Dominique Pélicot accede a la corte por una entrada especial, fuera del alcance de la prensa, porque él y otros acusados están bajo custodia durante el juicio. Los acusados que están libres acuden cubiertos con mascarillas o capuchas para evitar ser retratados.
El testimonio de Pélicot se demoró varios días tras caer enfermo por cálculos renal y una infección urinaria, según sus abogados.
Sentado en una silla de ruedas, durante una hora Pélicot habló ante el tribunal de su juventud y de los abusos a su exmujer.
Expresando remordimiento, con la voz temblorosa y a veces inaudible, trató de explicar los acontecimientos que, según él, marcaron su infancia y sembraron en él la semilla del vicio.
“Uno no nace pervertido”, dijo Pélicot a los jueces tras relatar, en ocasiones entre lágrimas, que fue violado por un enfermero en un hospital a los 9 años y obligado a participar en una violación grupal a los 14.
Pélicot habló también del trauma que sufrió cuando sus padres acogieron a una niña en la familia y fue testigo del comportamiento inapropiado de su padre hacia ella.
“Mi padre hacía lo mismo con la niña”, dijo. “Tras la muerte de mi padre, mi hermano dijo que a nuestra casa solían venir hombres”.
Preguntado por sus sentimientos hacia su esposa, Pélicot dijo que ella no merecía lo que le había hecho.
“Desde mi juventud solo recuerdo shocks y traumas, olvidados en parte gracias a ella. No merecía esto, lo reconozco”, dijo entre lágrimas.
En ese momento, Gisèle Pélicot, que estaba al otro lado de la sala, frente a un grupo de docenas de acusados, se puso las gafas de sol.
Más tarde, Dominique Pélicot afirmó que “estaba loco por ella. Ella los sustituía todo. Yo lo arruiné todo”.
En 2020, un guarda de seguridad descubrió a Pélicot tomando videos debajo de las faldas de mujeres en un supermercado, según los documentos judiciales. Esto llevó a la policía a registrar su domicilio y dispositivos electrónicos, donde se encontraron miles de fotografías y videos de hombres que parecían mantener relaciones sexuales con Gisèle mientras ella parecía estar inconsciente en su cama.
Con esas grabaciones, la policía pudo identificar a la mayoría de los 72 sospechosos que buscaba.
Si es declarado culpable, Pélicot podría ser condenado a 20 años de cárcel. Además de a él, se juzga a 50 hombres de entre 26 y 74 años.