“¡Que se vayan, no los queremos aquí!”, gritaban los pobladores de Masaya el 21 de junio de 2018, refiriéndose a Daniel Ortega y Rosario Murillo, mientras esta ciudad resistía para que los paramilitares y policías sandinistas cesaran la violencia.
Durante días, los habitantes pidieron la presencia de líderes de la iglesia católica, y fue hasta esa fecha que el clero pudo llegar a Masaya. Los pobladores salieron con rosarios en mano, se postraron de rodillas, y mostraron imágenes religiosas, pidiendo al Altísimo. Los religiosos se abrieron paso en medio de la multitud.
Una iglesia solidaria
Entre el clamor de la gente y la presencia de los obispos, Monseñor Silvio Báez gritó: “¡Viva Masaya!”, a lo que la población respondió al unísono. En esa ocasión, este líder religioso, originario de Masaya, declaró que los sacerdotes y toda la iglesia de Nicaragua sufrían con el dolor que vivían en Masaya por la represión del oficialismo.
Una pobladora, que pidió no ser identificada, recordó ese día y expresó que, aunque no es católica, reconoce el compromiso que la iglesia adquirió con el pueblo. “La alta jerarquía católica demostró su compromiso con el pueblo, respaldando y apoyando la lucha por la libertad. Considero que hasta la fecha la iglesia ha mantenido ese compromiso, aunque algunos miembros tengan posiciones diferentes, como en cualquier familia”, manifestó la ciudadana.
Población desesperada
En ese momento, Masaya vivía uno de los días más sangrientos de su historia, con muertos y la ciudad cercada por la policía y los paramilitares al servicio de la familia Ortega-Murillo.
“La población estaba desesperada y buscaba una vía de escape para tanto sufrimiento. Cuando llegaron los obispos, se sintieron respaldados por la solvencia moral que ellos representaban. Se pensó que el régimen, al tener a los obispos en Masaya, mostraría cierta piedad y dejaría de masacrar al pueblo”, recordó un líder comunitario de Masaya.
“Pero el régimen hizo todo lo contrario: atacó aún más fuerte a los obispos y los presentó como cómplices de un supuesto golpe de Estado. Desde entonces, comenzó la persecución contra la iglesia católica”, recalcó el entrevistado.
El líder continuó recordando que en ese momento el pueblo ansiaba encontrar una salida pacífica y quería un acuerdo nacional para terminar con la masacre, esperando que el país se encaminara hacia la defensa de los derechos humanos.