La feligresía católica de León y de varios puntos de Nicaragua conmemora este 14 de agosto el 77 aniversario de la “Gritería de Penitencia” en un ambiente de persecución hacia la iglesia católica por parte del régimen sandinista de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo.
En la víspera de esta celebración extraordinaria, la pareja autócrata mantiene una campaña de represión contra sacerdotes y laicos de la diócesis de Matagalpa, como parte de sus acciones de odio hacia la iglesia católica, que en 2018 protegió a su comunidad de la violencia criminal del régimen.
Varios feligreses consultados por Darío Medios Internacional vía telefónica, bajo condición de anonimato, expresaron que este año dedicarán su gritería para pedir a la Virgen que proteja a todos los sacerdotes y laicos de Nicaragua de las “acciones diabólicas y blasfemas” de Daniel Ortega y Rosario Murillo. También orarán por los obispos y clérigos desterrados, para que sean bendecidos por Dios y la Virgen.
“Ellos, los demonios, pueden hacer muchas cosas contra los templos y desterrar a nuestros clérigos, pero nunca podrán arrancarnos nuestra fe en Dios y en la Virgen María”, expresaron los creyentes.
“Los católicos tenemos que abarrotar sin miedo todas las iglesias y gritar y cantar a María con todo el pulmón, para que los dictadores de Nicaragua escuchen que estamos cerca de nuestros sacerdotes y en oración con ellos. No están solos; estamos orando por nuestra iglesia, para que regresen la paz y la libertad de culto a Nicaragua”, afirmaron tres señoras, de 45, 53 y 23 años, quienes se declararon fervientes creyentes de la Virgen María.
Creyentes de la Asunción de María celebran el novenario y se preparan para el grito del 14 de agosto
La “Gritería de Penitencia” se celebró por primera vez en 1947, cuando las familias leonesas vivieron momentos trágicos al enfrentar la embestida de una fuerte erupción del volcán Cerro Negro, que cubrió los techos de las casas con arena y ceniza. La erupción llenó de pánico a las familias de la ciudad colonial, quienes comenzaron a rogar a Dios y a la Virgen con gran devoción, pidiendo protección. En esas dolorosas circunstancias, monseñor Isidro Augusto Oviedo y Reyes, Obispo de la Diócesis, convocó a la población a reunirse en la Catedral y estableció la promesa de celebrar todos los años, en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María, una “Gritería de Penitencia” en honor al misterio de su Asunción a los Cielos.
El obispo promovió la distribución de estampas de la Virgen y rogó a María su intercesión ante Dios para que cesara la erupción. Los devotos realizaron actos de fe y, finalmente, “el prodigio se había cumplido”.
Actualmente, el fervor por la Asunción de María, que tiene su origen en León, se ha extendido a otros departamentos de Nicaragua. Desde los primeros días de agosto, los fieles marianos enaltecen a la Virgen mediante el novenario en sus hogares y obsequian dulces, chicha, objetos religiosos y otros aperitivos. También preparan gofios, cajetas, coyolitos, ayote en miel y otros productos para repartir entre los devotos que llegan a las casas a entonar el grito: “¿Quién causa tanta alegría?”, mientras los creyentes responden: “¡La Asunción de María!”.
Este miércoles 14 de agosto de 2024, a las tres de la tarde, sacerdotes de la Basílica Catedral de León rezarán el rosario, al cual asisten decenas de marianos, y posteriormente aguardarán la llegada del obispo para participar en la celebración de la Santa Eucaristía en honor a la Asunción de María. Al finalizar la eucaristía, el obispo se trasladará a la “Puerta del Perdón” de la Catedral para dar el grito, mientras decenas de fieles responden. Seguidamente, habrá repique de pólvora, baile de gigantonas y el ulular de la sirena municipal, que indicará el inicio de las celebraciones en las calles para gritar y cantar a la Madre de Dios en la advocación de la Asunción de María.
Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de María
El 15 de agosto, la Iglesia también celebra la solemnidad litúrgica de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los Cielos. Este misterio de la fe cristiana, venerado y profesado durante siglos por el pueblo fiel, fue proclamado como dogma de fe por el Papa Pío XII.
La fiesta de la Asunción significa que la Virgen María, al término de su peregrinación terrena y en virtud de su contribución a la historia de la salvación como Madre del Redentor, fue liberada por la gracia de Dios de la corrupción del sepulcro y elevada en cuerpo y alma a los cielos, donde actúa como mediadora entre Dios y los hombres.