En una transmisión en vivo realizada el viernes 13 de agosto de 2024, Steadman Fagot Müller, ratificado recientemente como Asesor Presidencial para políticas hacia los pueblos originarios, rompió el silencio con una serie de duras acusaciones contra las autoridades regionales y estatales de Nicaragua. Fagot, quien en los años 80 fue un líder clave de la Contrarrevolución en la Costa Caribe Norte, denunció la devastación medioambiental y la crisis humanitaria que afecta a las comunidades indígenas miskitas y mayagnas, señalando directamente a los responsables de la explotación de tierras y recursos en la zona.

Aunque no es primera vez que el funcionario sandinista habla, para bien o para mal, sobre la Costa Caribe, o sobre la actual administración sandinista, es necesario analizar sus argumentos y las acusaciones que realizó.

La devastación de las tierras indígenas

“Hay una devastación indiscriminada de nuestras tierras, vendidas como pan caliente”, declaró Fagot en el vídeo. Sus palabras resonaron como una denuncia pública de lo que comunidades indígenas han venido señalando por más de una década: la venta ilegal de tierras y la deforestación masiva de la Reserva de Biósfera de Bosawás, una de las áreas más importantes de biodiversidad en Nicaragua.

Fagot aseguró que muchas zonas alrededor de Bosawás ya han sido completamente despaladas, llegando a un punto crítico de desertificación. Prueba de ello fue el incendio en dicha reserva en el año 2018. Y otros conatos entre 2022 y 2023, según organizaciones no gubernamentales y medios independientes.

“Antes podían haber dicho que ahí habían diez millones de hectáreas, pero si ahora hay un 50 %, ya te pago”, enfatizó Fagot, sugiriendo que la extensión forestal ha sido reducida a la mitad. De acuerdo con sus declaraciones, grupos armados controlan la reserva, impidiendo el acceso y explotando los recursos naturales con motosierras durante la noche.

“Tienen una fuerza increíble y con armas de guerra, ¿de dónde las sacan?”, cuestionó Fagot, insinuando que las fuerzas de seguridad del Estado podrían estar al tanto o incluso en complicidad con estas actividades ilegales.

La desaparición de las naciones indígenas

Fagot también advirtió sobre el impacto devastador que estas prácticas tienen en las comunidades indígenas. Según él, la nación mayagna y miskita “tiende a desaparecer” en un plazo no mayor a quince años si no se toman medidas urgentes. “No hay convivencia posible entre los colonos y las naciones indígenas. O desaparecen las comunidades indígenas o se van los colonos”, sentenció, exigiendo que el Estado nicaragüense actúe de manera rápida y decisiva para detener la compra y venta de tierras.

Este proceso de colonización interna no es nuevo. Desde hace décadas, colonos procedentes del Pacífico han invadido tierras en la Costa Caribe, exacerbando el conflicto territorial y la destrucción ambiental. Fagot, con años de experiencia en la defensa de los derechos indígenas, conoce de cerca los efectos devastadores de esta invasión.

Su voz es una de las pocas que se ha atrevido a señalar la responsabilidad de las autoridades en este despojo sistemático de tierras. No obstante, hace tres meses, estrenaba hospitales, daba entrevistas a medios oficialistas y sonreía mucho al hablar del comandante Daniel Ortega y la compañera Rosario Murillo.

El papel de las autoridades regionales

Uno de los puntos más polémicos de las declaraciones de Fagot fue su denuncia directa a las autoridades del Consejo Regional de la Costa Caribe. “Lo que más indigna es que las autoridades, que podrían frenar esto, se han sumado a la venta”, afirmó, sugiriendo que existe una corrupción institucional que permite y facilita la ocupación ilegal de territorios indígenas.

Fagot aseguró tener pruebas de estas acusaciones, incluyendo documentos que autorizan a grupos de colonos a ocupar y explotar los recursos naturales de manera indefinida. Estas denuncias, según el propio Fagot, ponen en riesgo su vida. “Corre el riesgo que me fusilen por estas declaraciones”, admitió, pero aseguró estar dispuesto a enfrentar las consecuencias porque las comunidades indígenas están viviendo “su ocaso”.

El panorama es desolador: más de 216 comunidades ya se han quedado sin tierras, según los cálculos de Fagot, lo que pone en jaque no solo la subsistencia de estas poblaciones, sino también su identidad cultural y territorial.

En un tono que recordó a su papel histórico durante los años 80, cuando lideró la resistencia indígena armada contra el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Fagot lanzó una advertencia: “Hay un pueblo que está esperando desesperadamente que le den la orden, que le den la señal”.

Aunque no especificó a qué tipo de acción se refería, sus palabras fueron interpretadas por muchos ciudadanos y analistas como un llamado a la resistencia y posible confrontación violenta.

Fagot aseguró que está dispuesto a asumir las consecuencias de esta lucha, recordando los sacrificios que ya han hecho las comunidades indígenas para defender su territorio. “Sobre la sangre derramada nacerán miles”, declaró con un tono desafiante, advirtiendo que este conflicto no terminará fácilmente.

El pasado histórico de Fagot y su relación con el régimen

Steadman Fagot Müller no es una figura nueva en el escenario político nicaragüense. Durante la década de 1980, encabezó el movimiento indígena Misura, que resistió militarmente al régimen sandinista en la región del Caribe Norte. Su organización, compuesta principalmente por miskitos, luchaba contra la invasión de sus tierras por parte de los sandinistas, quienes implementaron una brutal estrategia de desplazamiento forzado que resultó en la reubicación de miles de indígenas en campos de concentración.

En 1985, el FSLN lo acusó de crímenes contra el pueblo y solicitó su extradición desde Honduras, donde se había refugiado. Aunque nunca fue extraditado, Fagot continuó su lucha desde el exilio, acusado incluso de secuestro. Fue gobernador regional en el Caribe Norte durante la administración de la presidenta Violeta Barrios. Fue diputado en el Poder Legislativo. Con el regreso de Daniel Ortega al poder en 2007, Fagot, al igual que otros antiguos adversarios del régimen, fue integrado a la administración sandinista, ocupando cargos como la presidencia ejecutiva del Instituto Nicaragüense de la Pesca y Acuicultura (INPESCA).

Sin embargo, su lealtad al régimen parece haberse desmoronado ante la realidad que enfrentan las comunidades indígenas. Fagot no ha dudado en denunciar públicamente la corrupción y complicidad de las autoridades, lo que lo coloca en una posición precaria dentro del gobierno. “No sé si voy a seguir dirigiendo con todas estas denuncias”, admitió durante su transmisión.

Las declaraciones de Steadman Fagot Müller han puesto en evidencia una situación alarmante en la Costa Caribe de Nicaragua. La devastación ambiental, la desaparición de comunidades indígenas y la complicidad de las autoridades en la venta ilegal de tierras son temas que, a pesar de haber sido denunciados durante años, rara vez han recibido la atención necesaria.

El futuro de Fagot dentro del régimen sandinista es incierto, y su llamado a la resistencia plantea la posibilidad de un nuevo capítulo de confrontación en la Costa Caribe, del cuál sabemos y sabremos muy poco, por la falta de información local y la opacidad con la que el Estado maneja estas situaciones hasta el día de hoy. Lo que sí queda claro es que, para las comunidades miskitas y mayagnas, el tiempo se está agotando.

Para Fagot, ya se agotó. Fue detenido por el Ejército un día después de sus declaraciones, el sábado 14 de septiembre. La Fiscalía, controlada por el oficialista FSLN, le acusa de narcotráfico e intento de robo contra el cuerpo armado que le dio captura.