Cada 23 de julio, Nicaragua honra el “Día Nacional del Estudiante”, una fecha cargada de simbolismo y memoria histórica. Esta conmemoración recuerda a los jóvenes universitarios que sacrificaron sus vidas en la lucha contra la dictadura somocista. La tragedia que ocurrió el 23 de julio de 1959 en León, donde cuatro estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) fueron brutalmente asesinados por la Guardia Somocista, se ha convertido en un emblema de la resistencia estudiantil nicaragüense.
Los mártires de 1959
El 23 de julio de 1959, una manifestación estudiantil en la ciudad de León fue violentamente reprimida por la Guardia Somocista, resultando en la muerte de José Rubí, Mauricio Martínez, Sergio Saldaña y Erick Ramírez, conocidos hoy como los “Mártires de 1959”. Esta protesta, conocida como el “desfile de los pelones”, reunió a estudiantes de la UNAN y del Instituto Nacional de Occidente (INO), quienes marcharon en repudio a la masacre de “El Chaparral” perpetrada un mes antes. En esa operación conjunta con el Ejército de Honduras, la Guardia Somocista atacó a una columna guerrillera, hiriendo al Comandante Carlos Fonseca Amador y causando la muerte de nueve combatientes.
La brutalidad de la represión del 23 de julio se caracterizó por el uso de fusiles semiautomáticos M1 Garand contra los manifestantes desarmados, resultando en numerosos heridos y detenidos. Este acto de violencia extrema marcó un punto de inflexión en la lucha estudiantil, consolidando a los jóvenes como un pilar fundamental en la resistencia contra el régimen somocista.
Oficialización y celebración
El sacrificio de los estudiantes no fue en vano. En 1984, la Asamblea Nacional de Nicaragua, mediante el decreto N° 1487, oficializó el 23 de julio como el “Día Nacional del Estudiante”. Este reconocimiento no solo honraba a los mártires de 1959, sino que también reafirmaba el compromiso del país con la memoria histórica y la lucha por la justicia y la libertad.
Hoy en día, el “Día Nacional del Estudiante” se celebra con una variedad de actividades académicas, artísticas y culturales en instituciones educativas de todos los niveles en Nicaragua. Estas celebraciones no solo sirven para recordar a los mártires, sino también para inspirar a las nuevas generaciones a continuar la lucha por la autonomía universitaria y las reivindicaciones populares.
La historia de la resistencia estudiantil en Nicaragua no terminó con la masacre de 1959. Los ideales y el compromiso de los mártires han perdurado y se han manifestado en diversas formas a lo largo de los años. La Revolución Popular Sandinista, que derrocó al régimen somocista en 1979, contó con una participación activa de estudiantes que vieron en la revolución una continuación de las luchas de sus predecesores.
Ahora
En el contexto contemporáneo, la represión estatal ha vuelto a poner a los estudiantes en el centro de la resistencia. Las protestas de 2018 contra el gobierno de Daniel Ortega, iniciadas en gran parte por estudiantes universitarios, desencadenaron una ola de violencia y represión que resultó en la expulsión arbitraria de 147 estudiantes y 108 docentes de varias universidades públicas.
Uno de los testimonios más emblemáticos de esta reciente represión es el de Yasuri Potoy, una estudiante de enfermería y activista transgénero, quien fue expulsada de la UNAN en 2018 por apoyar a los heridos de la represión. Potoy, junto con otros estudiantes, ha documentado estas violaciones en el “Libro Blanco: Evidencias de un Estado totalitario”, que recoge los testimonios de aquellos que fueron perseguidos y exiliados por su activismo.
Miurel Guadalupe Cuarezma García, otra estudiante expulsada, relata cómo la represión y su posterior exilio truncaron sus sueños académicos y personales. Estos relatos no solo denuncian la violación de derechos humanos, sino que también subrayan la resiliencia y la determinación de los jóvenes nicaragüenses.
El “Día Nacional del Estudiante” en Nicaragua es una fecha que trasciende la conmemoración de un evento trágico. Es un recordatorio del poder transformador de la juventud y de la importancia de la memoria histórica en la lucha por la justicia y la libertad. Los estudiantes de 1959 y de 2018, aunque separados por décadas, comparten un legado de resistencia que sigue inspirando a las nuevas generaciones a luchar por un futuro más justo y equitativo.