El Ejército de Nicaragua respalda decididamente a la administración que encabeza Daniel Ortega y Rosario Murillo, y por eso fue premiado en 2023, con un presupuesto de 3,455.8 millones de córdobas (US$96.5 millones).
La mayor parte de esos fondos están destinados al pago de salarios de unos 15,759 militares, según el Presupuesto General de La República.
En el presupuesto de 2019, un año después de la rebelión cívica, el Ejército fue premiado con 2,713.2 millones de córdobas (US$84.3 millones), aunque en el año 2020 tuvo una leve disminución, en los años subsiguientes el régimen sandinista le asignó millonarias partidas financieras.
El Presupuesto General de la República (PGR) 2023, fue aprobado por la Asamblea Nacional el 22 de noviembre de 2022 y añade que para las diligencias del Ministerio de Defensa y las del Ejército de Nicaragua se consignaron 3,489.2 millones de córdobas (US$97.4 millones).
Juan Diego Barbera, directivo de la Unidad Nacional Azul y Blanco, dijo que Daniel Ortega entrega millonarias partidas financieras a la comandancia del Ejército de Nicaragua por su apoyo y complicidad en los crímenes y violaciones de derechos humanos a la población nicaragüense.
Barberena afirma que los altos mandos del Ejército son leales a la dictadura, “porque tiene corporaciones que están alrededor del Ejército que le generan muchas utilidades económicas”.
“No desarmar a grupos paramilitares, continuar pertrechados y que los militares se sumen a los secuestros de opositores, es en correspondencia a las prebendas y mayores recursos económicos que da Ortega a la institución”, sostiene el activista opositor.
Barberena manifiesta que en un país sin tradición democrática, como Nicaragua, “El Ejército es un poder fáctico tras el poder” y tiene intereses a la postre a más largo plazo que la misma dictadura”, dice el opositor.
A criterio de Barberena, los mandos intermedios y no necesariamente la comandancia, “van a tener que tomar la decisión de sobrevivir a la dictadura o finiquitar decisiones que incidan en dar la espalda a Ortega, y a la Comandancia y hundirse con Ortega.
El directivo de la UNAB dice que los coroneles y altos militares que tienen pretensiones finales deberán reflexionar alrededor de salvar a la institución castrense o terminar como los guardias somocistas que terminaron exiliados en paupérrimas condiciones en los Estados Unidos, sostiene.