La profunda crisis económica que enfrenta Cuba desde hace más de 60 años ocasionada por las dictaduras de Fidel Castro y ahora con el control del dictador Miguel Díaz Canel, enfrenta la peor de sus dificultades porque los cubanos ya no tienen alimentos que consumir.
Los alimentos subvencionados por la dictadura son cada vez más escasos y ahora pone en aprietos a los cubanos, quienes ahora se enfrentan al racionamiento del pan, sumado a la disminución de su tamaño, por si fuera poco, en la isla comunista ahora hay escasez de arroz.
El aceite y el café brillan por su ausencia en la isla caribeña que desde hace seis décadas sufre el yugo dictatorial de Raúl Castro y ahora Moguel Díaz Canel, dos personajes que se han declarado enemigos de los Estados Unidos.
“Hay que decir la verdad, como dura que sea: esto está mal”, dice al diario El Clarín, la cubana Linorka Montenegro, al salir de una bodega distribuidora de alimentos subsidiados en una bulliciosa calle de la Habana Vieja.
Medios cubanos reportaron la semana pasada que un barco esperaba en el puerto de La Habana, sin poder bajar su valiosa carga de trigo por falta de “financiamiento” para saldar la mercancía, reveló a la televisión estatal el ministerio de Industria Alimentaria.
Datos del ministerio comercio de Cuba, señalan que la isla necesita mensual 3,000 toneladas de trigo para mantener la producción del pan racionado, pero en julio y agosto solo pudo adquirir 1,000 toneladas y en septiembre contaba con 600 toneladas, según la dependencia.Como resultado de la reducción en las toneladas de harina de trigo, las panaderías que comercializan el pan subsidiado, redujeron de manera temporal el tamaño, de 80 a 60 gramos, golpeando el estómago de los cubanos.
Un pan por persona
Meses atrás, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz, advirtió entonces que este mes no habría, “como no hubo en agosto, aceite ni café”.
El racionamiento del pan ha llevado a la dictadura a vender uno por persona al día. Rosalía Terrero, una mujer de 57 años que trabaja en una de estas bodegas lo vive en carne propia.
“A mí me tocan siete panes” al día, uno por cada integrante de la familia. “Mis nietos prácticamente se los comen todos”, comenta resignada al salir de un puesto de venta ubicado en Centro Habana.
“El frío (refrigerador) mío está vacío, no hay nada”, confiesa tras hacer la fila.
La mujer lamenta que las personas de la tercera edad sean las que más lo sufren con pensiones muy bajas “porque les dan uno solo, es muy chiquito, no les llena” el estómago, señala al medio El Clarín.
Linorka Montenegro, de 55 años, con cuatro hijos y cinco nietos, acude a recoger lo poco que ha llegado. Recibió cinco libras de arroz y dos de azúcar, solo una parte de la ración mensual que le toca a través de la libreta de abastecimiento, con la que cada cubano accede a una canasta reducida de productos subsidiados.
Cuba atraviesa su peor crisis desde la década de 1990, marcada por la escasez además de medicamentos y combustibles, junto con apagones constantes.
Todo esto, en medio de una inflación disparada, depreciación de la moneda, una fuerte caída de la producción agrícola y mayor desigualdad social.
La población ahora está obligada a pagar precios mucho más altos para obtener estos alimentos en tiendas privadas, autorizadas apenas hace tres años, o en establecimientos estatales que solo aceptan moneda extranjera, mientras el salario promedio es de 5,000 pesos, equivalentes a unos 42 dólares.
Barcos sin poder descargar mercadería
En Cuba, la situación no mejora para otros productos esenciales. Barcos llenos de arroz y sal también se encontraban a principios de septiembre detenidos en los puertos de La Habana y Santiago de Cuba (este), esperando el pago.
Funcionarios de la dictadura cubana insisten en que las dificultades alimentarias son productos del supuesto bloqueo económico de Estados Unidos a la isla. A pesar de esto, hay seguidores del régimen cubano que repiten la retórica dictatorial. Culpar a Estados Unidos de sus desgracias.
El canciller Bruno Rodríguez atribuyó esta situación en gran medida al embargo estadounidense vigente desde 1962 y lo contabilizó en pérdidas en un año por más de 5.000 millones de dólares para su país.
“Es verdad que los últimos meses no hemos cumplido puntualmente la distribución” de alimentos, dijo el jefe de la diplomacia, que ubicó el costo anual de esta comida subsidiada en aproximadamente 1,600 millones de dólares, “equivalente a cuatro meses de bloqueo”, señaló.
“El bloqueo se evidencia como nunca antes en carencias que enfrenta la población”, dijo la semana pasada Rodríguez, admitiendo también las dificultades del gobierno.
En tanto, Emilio Cedeño, un zapatero jubilado de 88 años, es otro de los que sufre la crisis. “Los americanos no dejan entrar nada aquí (…) y nosotros somos los que pagamos las consecuencias”, se queja tras conseguir su pan diario y de su familia.
Cuba debe pagar alimentos por adelantado
Desde el año 2,000, Washington permite la exportación de alimentos a la isla, pero Cuba debe pagar por adelantado y al contando, condiciones que cumple con dificultad.
Esta depresión se desató con el endurecimiento del embargo durante la administración del Donald Trump (2017-2021), una política que su sucesor Joe Biden mantuvo en gran parte, pero también es resultado de las debilidades estructurales de la economía planificada de la isla.
El canciller cubano reconoce equivocaciones de su régimen, pero considera que “esos errores son involuntarios” y “duelen”, mientras el embargo de Washington “es deliberado” y “un plan” que provoca “dolor y daño humanitario”, señala.
Ante estas penurias “el cubano se mantiene bravo desde que se levanta hasta que se acuesta” porque hay quienes se van a la cama “sin comer nada, con agua con azúcar si la tienen”, sostiene Rosalía Terrero, antes de volver a la bodega casi vacía donde trabaja.
Cuba: la Nicaragua de la primera dictadura sandinista
Esta misma situación, vivió Nicaragua durante la década de 1980, durante la primera dictadura de Daniel Ortega. La comida fue racionada y pocos productos alimenticios llegaban al país.
Los granos básicos y productos de aseo personal eran racionados por el desaparecido Ministerio de Comercio Interior (Micoin), una entidad que se encargaba de racionar la venta de estos productos a los nicaragüenses. No había supermercados populares.
Para los años 80’s Dionisio Marenco, excalcalde de Managua en los años (2005-2009), fue Ministro de Comercio Interior, que controlaban la Empresa Nicaragüense de Alimentos Básicos (Enabas). Micoin era el órgano represivo que les quitaba la producción agrícola a los campesinos que querían comercializarla por su cuenta.
Micoin actuaba bajo el apoyo de la represora Policía sandinista, que hacía tranques en las carreteras, para las requisas de los camiones de los productores y decomisarles las cosechas, ese era el régimen de Daniel Ortega en los años de 1980.
En 1986, el dictador Daniel Ortega, decretó un aumento del 100% de los salarios y congeló los precios de venta. En ese momento, fueron barridas las mercaderías de los supermercados de Micoin por el exceso de circulante y luego la mercadería apareció en el Mercado Oriental a más del doble de su precio original.
Escasez de alimentos, ropa y medicinas
A pesar de que el Micoin trataba de centralizar los alimentos, el pueblo padecía una terrible escasez. No había alimentos, medicinas, ni ropa.
“Para poder comprar los productos básicos era obligatorio tener una tarjeta de racionamiento y la asignación era media libra de arroz, media libra de azúcar, medio cuadro de jabón y media cuarta de aceite, cada quincena, por persona”, dijo a Darío Medios Internacional un docente universitario de historia al respecto.
El docente recordó que para los racionamientos, había que sacar una tarjeta. “La tarjeta era entregada a través de los CDS (Comités de Defensa Sandinista), pero si el responsable de cuadra no la quería entregar por la razón que fuera, la familia quedaba fuera del racionamiento”, recordó.
“En 1988 la escasez llegó a tal grado que no hubo arroz, ni aceite de cocinar, en los expendios vendían papas podridas y sebo para jabón procedente de Rusia y eso era lo que se cocinaba y comía”, agregó.
Según el docente, en ese mismo año (1988), la dictadura sandinista impuso el salario de estilo feudal, en especie, al que llamaron AFA y consistía en diez libras de azúcar, cinco libras de frijoles y diez libras de arroz al mes.
Los supermercados fueron denominados CAT (Centro de Abastecimiento de los Trabajadores), pero era preciso estar desocupado para poder comprar en ellos porque abrían a las diez de la mañana y cerraban a las cuatro de la tarde.
“Cuando había pollo lo tiraban al suelo para que la gente lo recogiera porque nunca había suficiente para todos. El desodorante, el dentífrico y el papel higiénico eran artículos lujosos y extraños”, explicó el catedrático.
El docente recordó que en los supermercados “los hombres no tenían derecho a comprar toallas sanitarias y a las mujeres se les vendían cada dos meses y la leche para los niños la vendían sólo para el primer año de edad”, dijo.
Paradójicamente, se decía que los nicaragüenses siempre estaban alegres, pues cuando aparecía algún producto decían: “¡qué alegre que hay arroz! ¡qué alegre que hay carne! ¡qué alegre que hay pollo! ¡qué alegre que hay azúcar!”.
Mientras la población hacía largas filas bajo sol y a veces bajo lluvia para comprar en los puestos de Enabas, los funcionarios de la dictadura tenían exclusividad para comprar en la “Diplotienda”, productos que ellos consumían y que eran producidos por su acérrimo enemigo: “El Imperialismo”.