Un fuerte sismo sacudió parte del terreno político de Honduras durante este fin de semana tras la sorpresiva renuncia de Carlos Zelaya, secretario del Congreso Nacional, y José Manuel Zelaya, ministro de Defensa. Ambos, familiares directos de la presidenta Xiomara Castro, abandonaron sus cargos la tarde del sábado 31 de agosto en medio de un escándalo que los vincula con el narcotráfico. Este estruendo político ocurrió justo horas después de que la mandataria decidiera poner fin al tratado de extradición con Estados Unidos, una medida que le valió suficientes críticas y que colocó a su gobierno bajo una gran lupa, tanto a nivel nacional como internacional.

La salida de estos dos altos funcionarios —padre e hijo—, figuras claves en la administración de Castro, ha generado una profunda crisis que amenazó por un momento con desestabilizar la institucionalidad, aún más al gobierno socialista en vísperas de las elecciones de 2025. La confesión pública de Carlos Zelaya sobre su encuentro con narcotraficantes, combinada con la controversial decisión de terminar el acuerdo de extradición, ha hecho que la sombra de la corrupción y la impunidad se cierna sobre el gobierno de Castro, cuestionando su integridad y dejando a Honduras en una encrucijada política.

Pero la crisis no surgió de un momento a otro; las connotaciones son más graves debido a que el problema se extiende por las declaraciones emergidas de la diplomática estadounidense Laura Dogu sobre un funcionario militar venezolano y su reunión con altos funcionarios del gabinete de Castro.

Las bajas y las causas

La tarde del pasado sábado 31 de agosto, el diputado Carlos Zelaya, hermano del expresidente Manuel Zelaya y cuñado de la presidenta Castro, anunció su renuncia como secretario del Congreso Nacional y diputado del partido Libertad y Refundación (LIBRE), tras admitir haber participado en una reunión con dos conocidos narcotraficantes en el año 2013. Zelaya, quien compareció ante la Fiscalía de Honduras, aseguró que durante ese encuentro le ofrecieron dinero para su campaña, aunque insistió en que nunca lo aceptó.

“Sé que esa reunión fue grabada, y reconozco que caí en una trampa, asumo las consecuencias”, admitió Carlos Zelaya y, al salir de la fiscalía, anunció su dimisión: “Interpondré mi renuncia como secretario del Congreso Nacional y como diputado para someterme a cualquier investigación. Me despojo de cualquier blindaje para ponerme a la disposición de la justicia nacional e internacional”, dijo Zelaya antes del anochecer del sábado.

Este escándalo generó un efecto dominó, llevando también a la dimisión de su hijo, José Manuel Zelaya, quien hasta ese momento ocupaba el cargo de ministro de Defensa.

La renuncia de José Manuel Zelaya como titular de Defensa, minutos después de que lo hiciera su padre, se produjo en un contexto de creciente presión internacional, exacerbada por su reciente visita a Venezuela, donde se reunió con el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, un alto funcionario militar sancionado por Estados Unidos de Norteamérica y buscado por la DEA por sus vínculos directos con el narcotráfico. Este encuentro generó una fuerte reacción de la embajadora estadounidense en Honduras, Laura Dogu, quien expresó su preocupación por las relaciones entre el Gobierno de Honduras y figuras del régimen de Nicolás Maduro, conocido por su represión y corrupción: “Fue bastante sorprendente para mí ver al ministro de Defensa y al Jefe del Estado Mayor Conjunto sentado al lado de un narcotraficante en Venezuela”, manifestó la embajadora el pasado 29 de agosto de 2024.

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Carlos Armando Zelaya Rosales en el Ministerio Público | Fotografía de El Heraldo

La respuesta de la presidenta Xiomara Castro fue inmediata y contundente, anunciando la suspensión del tratado de extradición con Estados Unidos, un pacto con más de un siglo de existencia que había permitido la entrega de numerosos narcotraficantes hondureños a la justicia norteamericana.

La renuncia de su cuñado Zelaya, ocurrida poco después de este controvertido encuentro y la subsiguiente decisión presidencial, ha sido vista como un intento de mitigar las crecientes críticas y evitar mayores implicaciones políticas tanto dentro como fuera del país. Para muchos, la eliminación del tratado de extradición parece una maniobra destinada a proteger a figuras clave del gobierno de Castro, incluyendo a familiares y militares leales, de posibles acusaciones en Estados Unidos.

El efecto “triunfante” del partido LIBRE

A pesar de que las renuncias de Carlos y José Manuel Zelaya representan un severo golpe para el oficialista partido Libertad y Refundación, desde la cúpula partidaria se ha buscado enmarcar estas dimisiones como un acto de “valentía” que refleja el compromiso del partido con la transparencia y la justicia.

LIBRE ha celebrado con “orgullo” la decisión de los Zelaya de someterse a la investigación, presentándolos como ejemplos de integridad en un momento crítico para la administración de Xiomara Castro. También han calificado de “certera” la decisión de terminar con la extradición. Este intento de darle un giro triunfante a la situación busca fortalecer la imagen del partido en medio de una crisis que amenaza con debilitar la institucionalidad del país y su base de apoyo de cara a las elecciones de 2025.

La tarde de este domingo 01 de septiembre, el coordinador del partido LIBRE y esposo de la presidenta Castro, José Manuel Zelaya, entró triunfante con megáfono en mano a la sede de su partido en una convocatoria de emergencia, luego de que su hermano admitiera haberse reunido con narcotraficantes. “Injustamente se nos está queriendo atacar. Ahora resulta que ellos son inocentes y nosotros los culpables”, dijo a sus seguidores, a quienes les pidió un viva para la candidata presidencial Rixi Moncada, quien la mañana del domingo había sido nombrada por la presidenta como nueva ministra de Defensa en sustitución de su sobrino y exministro, quien lo acompañó esa tarde y también recibió aplausos.

El nombramiento de Moncada también generó una serie de reacciones a nivel político, ya que Moncada está en plena precampaña recorriendo el país con la bandera de LIBRE, tras haber dejado la Secretaría de Finanzas precisamente para dedicarse de lleno a la campaña.

El futuro político

Hoy, lunes 02 de septiembre, los titulares son otros, las noticias son otras. Hay una nueva ministra de Defensa y pronto un nuevo secretario en el Congreso. Es decir, que la crisis aparentemente está resuelta.

Según el analista político y excandidato presidencial Olban Valladares, estas dimisiones son solo el comienzo de una crisis mayor que podría tener repercusiones significativas en las elecciones de 2025. “La incapacidad política, social y administrativa del gobierno ha quedado expuesta”, afirmó Valladares, advirtiendo que la popularidad del partido ha disminuido drásticamente desde que Castro asumió la presidencia.

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José Manuel Zelaya Rosales, exministro de la Secretaría de Defensa Nacional de Honduras y miembro destacado del oficialista partido Libertad y Refundación, junto a la presidenta Xiomara Castro | Fotografía cortesía

El analista también subrayó el daño que estas renuncias causan a la imagen de Xiomara Castro, una líder que había logrado un respaldo histórico en las urnas. Con 1,7 millones de votos, Castro se convirtió en la candidata presidencial más votada en la historia de Honduras en 2021. Sin embargo, los recientes escándalos y la percepción de vínculos entre su gobierno y el narcotráfico podrían revertir ese apoyo, erosionando la confianza del electorado y afectando las perspectivas de LIBRE en los próximos comicios.

Por su parte, Rixi Moncada, la abogada designada como nueva ministra de Defensa, enfrenta la tarea monumental de restaurar la credibilidad del gobierno en un momento en que la confianza pública va en picada. Moncada, quien ha sido una figura cercana a la familia presidencial y una posible candidata del oficialista LIBRE en 2025, tendrá que navegar en aguas turbulentas y sacar a flote la gestión.

El futuro del Gobierno de Castro y las perspectivas para 2025

Con las elecciones de 2025 en el horizonte, el gobierno de Xiomara Castro enfrenta un momento crítico. Las renuncias de Carlos y José Manuel Zelaya, junto con la decisión de eliminar el tratado de extradición, han dejado al gobierno en una posición vulnerable. La percepción de que la administración de Castro podría estar vinculada al narcotráfico no solo amenaza su mandato, sino que también podría tener un impacto duradero en la estabilidad política de Honduras.

Mientras tanto, la oposición, liderada por figuras como Salvador Nasralla, ha comenzado a capitalizar los escándalos para reforzar su posición de cara a las próximas elecciones. Nasralla ha sido uno de los críticos más vocales de la administración de Castro, y su promesa de restablecer el tratado de extradición si gana en 2025 podría resonar entre un electorado cada vez más desencantado con el gobierno actual.

En última instancia, el futuro de Honduras y la viabilidad de LIBRE en las elecciones de 2025 dependerán de cómo maneje el gobierno de Xiomara Castro los desafíos actuales. Con la sombra del narcotráfico y las renuncias de figuras clave proyectándose sobre su administración, Castro y su equipo deberán trabajar arduamente para recuperar la confianza del pueblo hondureño y demostrar que pueden gobernar con integridad y transparencia en medio de una crisis sin precedentes.