Las lluvias torrenciales que han azotado a Nicaragua y el resto de Centroamérica en las últimas semanas han causado estragos en diversas regiones, obligando a la evacuación de cientos de familias y afectando gravemente infraestructuras y cultivos.
En Nicaragua, los suelos ya saturados superan el 80 % de su capacidad de absorción, lo que ha desencadenado una serie de desastres naturales, según advirtió Marcio Baca, director del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER).
Las lluvias han saturado los suelos del país de tal forma que ya no pueden absorber más agua. Baca explicó que, con suelos saturados, “toda la lluvia que cae se convierte en corriente”. Esta situación ha causado el desbordamiento de ríos, embalses e inundaciones en múltiples zonas del país, agravando el impacto de las lluvias.
Según el reporte de INETER, los departamentos más afectados son León y Chinandega, con precipitaciones superiores a los 300 mm. Managua, Carazo y Rivas también han experimentado altos volúmenes de lluvia, mientras que en el Caribe se han registrado inundaciones repentinas y deslizamientos de tierra.
Aunque se espera que las lluvias disminuyan hacia el final de la semana, las afectaciones en infraestructura y viviendas son evidentes. El Ejército de Nicaragua ha estado trabajando en la evacuación de familias en las zonas más vulnerables, como la comunidad El Tamarindo en León, donde el desborde del río del mismo nombre forzó la evacuación de 181 personas, entre ellas 60 menores de edad.
Estos evacuados fueron llevados a albergues temporales, donde permanecerán hasta que las condiciones mejoren.
Ríos desbordados y pérdidas humanas en toda Centroamérica
El impacto de las lluvias no se limita a Nicaragua. En Honduras, los departamentos del sur, como Choluteca y Valle, han sido duramente golpeados. Varias comunidades se encuentran incomunicadas debido al desbordamiento de ríos como el Goascorán, que inunda regularmente la región de Alianza. También ahí se reportaron evacuaciones, como en Tegucigalpa y otros municipios.
La situación es crítica en San Marcos de Colón, que ha sido declarado en estado de emergencia tras las fuertes lluvias que destruyeron viviendas y puentes, y afectaron cultivos clave para la subsistencia de las familias locales.
En El Salvador, las lluvias también han tenido consecuencias trágicas. Desde mayo, 43 personas han perdido la vida debido a inundaciones, deslizamientos de tierra y accidentes causados por las lluvias. Luis Amaya, director de Protección Civil, detalló que la cifra incluye a menores de edad y que la mayor parte de las víctimas se registraron en junio, durante un temporal que afectó gravemente al país.
La muerte más reciente ocurrió en La Unión, donde un hombre fue arrastrado por una corriente al intentar cruzar una quebrada en su vehículo. Protección Civil ha emitido una alerta verde en todo el territorio salvadoreño, advirtiendo sobre la posibilidad de más lluvias torrenciales y el desarrollo de fenómenos ciclónicos.
Impacto regional y respuestas gubernamentales
Las autoridades de los tres países han respondido activando sistemas de evacuación y albergues temporales para los afectados. En Nicaragua, el Sistema Nacional para la Prevención, Mitigación y Atención de Desastres (SINAPRED) ha desplegado mecanismos para asegurar que las evacuaciones sean rápidas y efectivas, lo que ha evitado hasta el momento una mayor cantidad de víctimas mortales.
Sin embargo, los daños materiales son considerables. En varias zonas de Chinandega, el Estero Real se desbordó, causando inundaciones en comunidades rurales.
El Ministerio de Transporte e Infraestructura ya está trabajando para reparar los puentes y vías afectadas por los deslizamientos en áreas como El Crucero, donde las carreteras han sido bloqueadas por derrumbes.
Mientras tanto, en El Salvador, la Dirección General de Protección Civil mantiene activados 170 albergues a nivel nacional, con capacidad para más de 9,500 personas. Aunque la situación es crítica, las autoridades salvadoreñas han sido claras en que el nivel de alerta podría aumentar si las lluvias continúan y el río Grande de San Miguel sigue creciendo.
El huracán Helene y la temporada de ciclones
A la ya complicada situación se suma la amenaza del huracán Helene, que, aunque todavía no ha causado impacto directo en la región, es una señal de que la temporada de huracanes aún no ha terminado.
Marcio Baca advirtió que octubre es tradicionalmente el mes con mayor actividad ciclónica en el Atlántico y el Caribe, por lo que Nicaragua, al igual que otros países de la región, debe mantenerse alerta ante la posibilidad de nuevos fenómenos que podrían empeorar la crisis actual.
Mientras Centroamérica enfrenta las inclemencias del clima, las autoridades de cada país trabajan para minimizar el impacto sobre sus poblaciones más vulnerables.
No obstante, con la temporada de lluvias aún en curso y la posibilidad de más ciclones en el horizonte, la región se enfrenta a un panorama incierto que exigirá una vigilancia constante y una respuesta coordinada para prevenir más pérdidas humanas y materiales.