En un acto que muchos consideran una muestra de su poder autoritario, la vicepresidenta y primera dama de Nicaragua, Rosario Murillo, anunció recientemente la instalación de 160 nuevas estructuras metálicas conocidas como “Árboles de la Vida” en todo el país. Estas estructuras, cubiertas con luces LED, son vistas por Murillo como símbolos del amor y la paz en Nicaragua. Sin embargo, para muchos nicaragüenses, estos árboles representan el esoterismo de Murillo y un gasto innecesario en un país con altos niveles de pobreza.

Los “Árboles de la Vida” surgieron por primera vez en Managua en 2013 y rápidamente se convirtieron en un símbolo divisorio. Mientras que Murillo los presenta como emblemas de resistencia y esperanza, muchos ciudadanos los han bautizado como “Chayo palos”, en referencia al apodo de Murillo y su percepción como un desperdicio de recursos en un país que enfrenta serios desafíos económicos.

Murillo, en un discurso transmitido por los medios oficialistas el miércoles pasado, subrayó que estos árboles son una prueba del triunfo del amor y la paz en Nicaragua. “Esos árboles que atacaron con virulencia creyendo que nos atacaban a nosotros, no se daban cuenta los pérfidos, los ignorantes, los delirantes, que se estaban ellos mismos ratificando como los destructores”, dijo, refiriéndose a los manifestantes de 2018 que derribaron muchos de estos árboles durante las protestas contra el gobierno, en las cuales más de 355 personas perdieron la vida.

Costos no transparentes

Una de las críticas más fuertes hacia los “Árboles de la Vida” es la falta de transparencia en cuanto a su costo. Hasta la fecha, el gobierno sandinista no ha proporcionado cifras oficiales sobre el gasto en la fabricación, instalación, iluminación y mantenimiento de estas estructuras. Sin embargo, una investigación del diario La Prensa en 2015 reveló que el costo de 134 de estos árboles había superado los 3.3 millones de dólares, con cada árbol costando aproximadamente 25,000 dólares en ese entonces. Este costo probablemente ha aumentado desde entonces.

Los árboles son fabricados y ensamblados por la Empresa Nacional de Transmisión Eléctrica (Enatrel) en coordinación con la Alcaldía de Managua. Cada estructura, que mide entre 15 y 20 metros de altura, está equipada con 1,500 bombillos LED, lo que también implica un alto costo de electricidad y mantenimiento.

Además del costo de instalación, los “Árboles de la Vida” representan un gasto significativo en términos de consumo de energía. Según cálculos de varios medios independientes, cada estructura podría consumir hasta 9,000 kilovatios por hora si permanece encendido cinco horas al día. Este consumo equivale al gasto mensual de energía de 9,000 viviendas populares en Nicaragua.

El Instituto Nicaragüense de Energía (INE) establece que el costo por kilovatio hora es de 9.11 córdobas. Por lo tanto, el consumo mensual de los 150 árboles instalados actualmente podría ascender a 12,300,660 córdobas (aproximadamente 338,000 dólares). Este gasto es asumido por la Alcaldía de Managua bajo la categoría de “gastos de ornato”.

Símbolo de un sandinismo roto

Nicaragua es el segundo país más pobre de América Latina, solo superado por Haití. La mayoría de su población enfrenta dificultades económicas significativas, con altos niveles de desempleo y subempleo. En este contexto, la inversión en “Árboles de la Vida” es vista por muchos como un lujo innecesario y una muestra de las prioridades desalineadas de la administración sandinista.

Además, las protestas de 2018, que fueron brutalmente reprimidas por el régimen, aún están frescas en la memoria de muchos nicaragüenses. Los “Árboles de la Vida” que fueron derribados durante esas protestas se convirtieron en símbolos de la resistencia contra el gobierno de Ortega y Murillo. La reinstalación de estos árboles en las mismas ubicaciones, especialmente en la Carretera Norte, puede interpretarse como un acto de provocación y reafirmación de poder por parte del gobierno.

La instalación de los “Árboles de la Vida” plantea preguntas importantes sobre la gestión de los recursos públicos en Nicaragua. En un país donde muchas personas luchan por satisfacer sus necesidades básicas, el gasto en estas estructuras parece un despilfarro. Además, la falta de transparencia en el manejo de los fondos públicos y la ausencia de rendición de cuentas agravan aún más la situación.

El régimen de Ortega y Murillo ha sido acusado repetidamente de corrupción y mala gestión. La percepción de que los recursos del país se destinan a proyectos que no benefician a la mayoría de la población puede erosionar aún más la confianza en el gobierno y aumentar la insatisfacción entre los ciudadanos.

Los “Árboles de la Vida” en Nicaragua son un ejemplo claro de cómo los símbolos pueden dividir a una nación. Mientras que el gobierno los presenta como emblemas de esperanza y resistencia, muchos ciudadanos los ven como un símbolo de opresión y desperdicio de recursos. En un país que enfrenta serios desafíos económicos y sociales, la instalación de estas estructuras metálicas resalta las prioridades desalineadas del gobierno y la falta de transparencia en la gestión de los recursos públicos. La verdadera “victoria” para Nicaragua será cuando los recursos se utilicen para mejorar las vidas de todos los ciudadanos, en lugar de para proyectos que beneficien solo a unos pocos.