El panorama económico y laboral de Nicaragua en los primeros cuatro meses del año ha revelado una realidad compleja y, en muchos aspectos, contradictoria. Mientras el régimen sandinista de Daniel Ortega se muestra optimista respecto a la evolución económica, especialmente en términos macroeconómicos, los indicadores de empleo no han reflejado una mejora significativa. Esta disparidad plantea serias interrogantes sobre la verdadera salud del mercado laboral y la capacidad del país para generar empleos de calidad.
Desempleo y subempleo
De acuerdo con el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE), la tasa de desempleo en Nicaragua se mantuvo en un 3.7 % al cierre del primer cuatrimestre del año, idéntica a la registrada en el mismo periodo del año pasado. El subempleo, que afecta a un preocupante 36.2 % de la población laboral, también permaneció sin cambios respecto al año anterior. Estos datos sugieren un estancamiento que contrasta con la retórica oficial sobre una economía en crecimiento.
El desempleo mostró un ligero aumento de 0.1 puntos porcentuales en comparación con marzo, mientras que el subempleo experimentó una reducción más notable de 3.2 puntos porcentuales. Sin embargo, estos cambios mensuales no son suficientes para alterar la percepción de un mercado laboral inerte. Además, la tasa de presión general, que incluye a las personas desempleadas y aquellas subempleadas que desean trabajar más horas, aumentó a 9.2 %, un incremento de 0.5 puntos respecto a abril de 2023, aunque 0.9 puntos menos que el mes anterior.
Desigualdades geográficas y precariedad laboral
El desempleo es más acentuado en las zonas urbanas, alcanzando un 4.2 %, y en Managua específicamente, donde la tasa se eleva a un 5.4 %. En contraste, las áreas rurales presentan una tasa de desempleo del 3 %. La informalidad laboral también es un problema grave, especialmente en Managua, donde el 39.6 % de la fuerza laboral está empleada en trabajos precarios o mal remunerados. En las zonas urbanas en general, la informalidad es del 38.2 %, mientras que en las áreas rurales es del 33.2 %.
Afiliaciones al INSS
A pesar de la estabilidad en los indicadores de desempleo y subempleo, en abril se observó un aumento significativo en la afiliación al Instituto Nicaragüense de la Seguridad Social (INSS). La entidad reportó 812,151 afiliados, un incremento de 18,143 personas en comparación con el mismo periodo del año pasado. Este aumento contrasta con la tendencia de los últimos 12 meses, donde solo se habían añadido aproximadamente 1,500 afiliados por mes. En abril, se incorporaron 10,400 trabajadores al INSS, un salto significativo respecto a los meses anteriores.
No obstante, este incremento en las afiliaciones no se refleja en una mejora de las cifras de desempleo o subempleo. La mayor parte de estas nuevas afiliaciones proviene del sector de servicios comunales, sociales y personales, que sumó 9,373 nuevas plazas en abril. Otros sectores como la industria manufacturera, el comercio y el sector financiero también contribuyeron al aumento, pero en menor medida.
Cooperación Internacional
El escenario económico de Nicaragua se complica aún más con la disminución de los flujos de cooperación externa. En 2023, el país recibió 813.7 millones de dólares en cooperación, una reducción del 15.9 % en comparación con 2022. La mayor parte de esta cooperación (90.2 %) provino de préstamos, incrementando el endeudamiento del país.
El Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) fue el principal proveedor de estos fondos, con un desembolso de 549.2 millones de dólares. Sin embargo, la salida de Dante Mossi de la presidencia del BCIE y la nueva postura de la entidad de reevaluar los flujos hacia Nicaragua complican el panorama para Ortega en 2024.
El análisis de los primeros cuatro meses del año revela una economía nicaragüense que, a pesar del crecimiento reportado por el régimen, no muestra avances significativos en términos de empleo y reducción del subempleo. La significativa incorporación de nuevos afiliados al INSS en abril no ha alterado las tasas de desempleo y subempleo, reflejando una desconexión entre las estadísticas oficiales y la realidad del mercado laboral. Además, la dependencia creciente de préstamos para financiarse y la disminución de la cooperación externa presentan desafíos adicionales para el régimen de Ortega en el futuro cercano. La situación subraya la necesidad de políticas más efectivas y sostenibles para abordar los problemas estructurales del mercado laboral nicaragüense y mejorar la calidad de vida de sus trabajadores.