La situación en Nicaragua sigue marcando un clima de alta tensión y represión, especialmente en el ámbito religioso. Ayer, 1 de agosto, la detención de dos sacerdotes de la diócesis de Matagalpa, Ulises René Vega Matamoros y Edgar Sacasa, por parte de la Policía Nacional, intensificó la preocupación sobre la creciente persecución de la iglesia católica en el país. La denuncia fue realizada por el cura exiliado Edwin Román, quien calificó la detención como parte de una estrategia de la administración del sandinista Daniel Ortega para aprovechar la atención internacional sobre Venezuela y continuar con la represión contra la iglesia y la libertad de culto. Por otro lado, este viernes 02 de agosto de 2024, Martha Patricia Molina, abogada, notaria y defensora de derechos humanos nicaragüense, escribió en X (antes Twitter): “El clero de Matagalpa y Estelí amanecen en zozobra. En estos momentos la parroquia Inmaculada Concepción de María en Sébaco está rodeada de antimotines. La feligresía teme que secuestren a sus párrocos”.
Los sacerdotes Vega Matamoros y Sacasa, con importantes roles en la diócesis de Matagalpa, fueron arrestados en medio de un contexto ya cargado de tensiones religiosas. Vega Matamoros, además de su función como vicario judicial, es el responsable de la pastoral familiar y párroco de la iglesia San Ramón. Sacasa, por su parte, es vicario pastoral y cura de la parroquia San Isidro. Las razones detrás de su arresto aún no han sido esclarecidas por las autoridades nicaragüenses, que, como es habitual, han guardado silencio sobre estos eventos.
Este incidente ocurre en el marco de la celebración de las fiestas en honor a Santo Domingo de Guzmán, una de las festividades católicas más relevantes en Nicaragua. A pesar de las restricciones impuestas por el gobierno, los nicaragüenses han continuado con la celebración, que es supervisada por la Alcaldía de Managua y la Policía Nacional. La imagen de Santo Domingo, conocida popularmente como “Minguito”, ha sido objeto de una serie de eventos, incluidos desfiles y procesiones, que se desarrollan bajo un estricto control policial.
El clima de represión se ha intensificado en los últimos meses. La investigadora Martha Patricia Molina reportó que el 23% de los clérigos nicaragüenses han sido desterrados o exiliados debido a la represión ejercida por el gobierno. Entre los sacerdotes que han enfrentado persecución se encuentran 30 que han sido detenidos, enjuiciados y posteriormente desterrados. La situación ha llevado a una división en la comunidad eclesial, con algunos sacerdotes eligiendo el silencio y otros alineándose con las autoridades.
El obispo Rolando Álvarez, quien lidera la diócesis de Matagalpa desde el exilio, ha sido una figura clave en la resistencia contra la represión gubernamental. Álvarez, que fue enviado al Vaticano en enero de 2024, ha enfrentado una condena de 26 años de prisión y la pérdida de su nacionalidad nicaragüense por su oposición al gobierno de Ortega. Su rechazo a abandonar el país, así como su resistencia a subirse al avión con otros excarcelados, desencadenó una dura represalia por parte del régimen.
En la diócesis de Estelí, el padre Frutos Valle, administrador ad omnia tras el destierro de Monseñor Álvarez, ha sido procesado por las autoridades. La cancelación de la ordenación sacerdotal de diáconos, incluyendo al diácono Wendel Fuentes Chavarría, ha generado incertidumbre entre los fieles de esta jurisdicción. La carta del diácono Fuentes Chavarría informa que la cancelación de la ordenación se debe a razones externas a la vida eclesial, sin proporcionar detalles adicionales.
La represión del clero y las restricciones impuestas a las celebraciones religiosas reflejan una estrategia del gobierno de Ortega para controlar y silenciar a las voces disidentes. A pesar de las dificultades, la comunidad católica en Nicaragua continúa con sus tradiciones y celebraciones, como se observa en las festividades de Santo Domingo, que atraen a miles de participantes. Sin embargo, la vigilancia policial y las restricciones impuestas demuestran la creciente tensión entre el Estado y la Iglesia en Nicaragua.
La situación sigue evolucionando, y la comunidad internacional observa con atención los acontecimientos en Nicaragua, mientras la represión religiosa y la persecución del clero continúan marcando un oscuro capítulo en la historia reciente del país centroamericano. En ese sentido, a las nueve de la mañana de este viernes, Molina denunció que la parroquia San Pedro en Ciudad Darío también estaba bajo asedio policial. “La iglesia católica está viviendo en este momento la peor etapa de la represión Ortega-Murillo desde abril de 2018. Oremos”, escribió en X.